LA TRANSICIÓN AL DEPORTE DE ÉLITE, UNA VISIÓN PSICOSOCIAL “Era muy bueno, pero no sé qué le pasó…”

José M. López Chamorro
LA TRANSICIÓN AL DEPORTE DE ÉLITE, UNA VISIÓN PSICOSOCIAL “Era muy bueno, pero no sé qué le pasó…”

Corría la temporada 2007/2008, cuando los octavos de final de la Copa del Rey emparejaron al FC Barcelona contra el Sevilla FC. Ese Sevilla llevaba unas temporadas de bastantes éxitos, había quedado campeón de las dos últimas “Europa Leagues” y de la anterior edición de la Copa del Rey. Esa temporada, el Sevilla FC tenía en su plantilla a jugadores como Dani Alves, Jesús Navas, Adriano, Poulsen, Luis Fabiano o Kanouté. Por su parte, el FC Barcelona que entrenaba Frank Rijkaard en ese momento había ganado dos ligas recientemente y una Liga de Campeones. En ese equipo jugaban Puyol, Xavi, Iniesta, Deco, Henry, Ronaldinho, Messi o Eto`o. Todo indicaba que iba a ser una eliminatoria muy igualada con jugadores que en ese momento eran “top mundial” y equipos que recientemente habían sido campeones.
El 15 de enero de 2008 se jugaba la vuelta en el Camp Nou después de que en Sevilla el resultado del partido fuera de empate a uno. Tras un vuelo desde Sevilla, asistíamos al partido convencidos de que, al menos, el Sevilla competiría ese partido. En la segunda parte, el partido iba cero a cero y, justo cuando el Sevilla más empujaba, salió a calentar a la banda por parte del Barça un chico de 17 años que se llamaba Bojan Krkic. Alucinamos con la reacción eufórica que tuvo el público cuando salió a la banda este chico. Entre todas las estrellas mundiales que tenía el Barcelona para ganar la eliminatoria, pareciera que la responsabilidad y la esperanza de pasar o no recaía en un chico de 17 años que tenía ficha del “B” en ese momento.

Muchos años después, Bojan habló en una entrevista concedida a The Guardian sobre aquella época. Bojan cuenta que menos de un mes después de aquella cita, el 6 de febrero de 2008, llegó su primera crisis de ansiedad en un partido amistoso de la selección española contra Francia. Esa fue la primera, pero luego siguieron más. Hago aquí un paréntesis para puntualizar que la explicación que dieron a lo que le sucedió en este partido fue “gastroenteritis”. El jugador cuenta que, en cierto modo, las expectativas que habían puestas sobre él precipitaron este tipo de situaciones. En palabras de Bojan “Todo pasó muy rápido. En términos futbolísticos fue muy bien, pero no personalmente. Tengo que vivir con eso, con la gente que me dice que mi carrera no ha sido lo que se esperaba. Me llamaban el nuevo Messi. Sí, si me comparas con Messi…”.

Esta situación no hace más que poner de manifiesto la dificultad que entraña realizar el proceso de transición junior a senior, el salto al deporte profesional. Tenemos muchos ejemplos de deportistas jóvenes que fueron considerados talentosos y que no lograron realizar una carrera deportiva o consolidarse en el mundo profesional y de alto rendimiento por múltiples motivos. Darko Milicic fue el campeón más joven de la NBA ganando el anillo cuando jugaba en los Pistons con 18 años en 2004; siete años después dejó el baloncesto voluntariamente. Cuando jugaba en el instituto al fútbol, Freddy Adu fue encumbrado por los medios de comunicación estadounidenses como el nuevo Pelé; pocos años después no se supo nada de él. Sam Bowie fue elegido antes que Michael Jordan en el draft de 1984, pero las lesiones le marcaron durante su etapa en la NBA. Al igual que a la tenista Tracy Austin que, tras ganar su primer trofeo profesional a los 14 años y su primer Grand Slam a los 17, tuvo que dejar a los 20 años el tenis por las lesiones. Anna Kournikova a los 16 fue semifinalista en Wimbledon y con 17 años ya estaba entre las 10 mejores, pero se retiró con solo 22 años.

Y todos estos ejemplos tuvieron la oportunidad de competir a nivel profesional, aunque no se consolidaran o no cumplieran las expectativas que el entorno les atribuyó cuando eran jóvenes deportistas. Pero, por supuesto, la gran mayoría de jóvenes talentosos ni llegan siquiera a tener una oportunidad en el mundo profesional del deporte. De hecho, tanto los medios de comunicación como el propio deporte contribuyen a tener una visión distorsionada sobre la probabilidad que tiene un deportista prometedor de 16 años de ser deportista de élite. Los estudios que aportan datos empíricos sobre deportistas prometedores que llegan a ser deportistas de élite cifran entre un 10 y un 18% dicha probabilidad (Grossman y Lames, 2015; et al., 2004).

En definitiva, estamos hablando de una de las transiciones más complicadas que un deportista debe afrontar y, muchos de ellos, confiesan que fracasaron en ella. Tanto es así, que desde principios de este siglo ha ido acaparando cada vez más atención de estudiosos e investigadores lo que se ha llamado transición de junior a senior (TJS).

Estudios científicos, “el talento no es suficiente”

Se podría decir que uno de los estudios clásicos que marcarán posteriormente este ámbito de investigación fue el desarrollado por Vanden Auwaleé et al. (2004). En este estudio se propusieron consultar cuántos campeones nacionales belgas junior de diferentes deportes habían llegado a la élite 5 años después de ser campeones. Concluyeron que solamente el 17% de ellos se había consolidado en el deporte de élite. La mayoría habían abandonado, estaban estancados en niveles amateur o tenían altibajos entre niveles de alto rendimiento o amateur.

Este estudio sacó varias conclusiones interesantes. Sin duda, la que más podría llamar la atención tanto a investigadores como a profesionales del deporte o aficionados es la cuestión de la importancia que tiene el “talento” para llegar a ser deportista profesional. Podríamos asumir que, al menos, la mayoría de chicos y chicas que llegan a ser campeones/as nacionales de su deporte en la etapa junior tienen el talento deportivo necesario para convertirse en deportistas profesionales. Sin embargo, parece que el talento no es suficiente ni lo único importante. De ahí, que se haga necesario que aparezcan nuevos modelos o variables que tengan en cuenta factores más allá del propio talento deportivo para explicar qué ocurre en esta transición y, consecuentemente, poder prepararla junto con deportistas y demás profesionales lo mejor posible.

En este sentido, los modelos dominantes en el ámbito de investigación y el trabajo aplicado son (o deberían ser) aquellos que entienden al deportista desde un enfoque holístico o global. Esto es, entender que el deportista no solamente es deportista, sino también una persona. Admitir esto conlleva varias implicaciones. Una de las más importantes es que los y las deportistas no solamente deben enfrentarse a desafíos y retos dentro del deporte, sino también fuera. Y que, además, estos dos ámbitos se influyen entre sí. Esto implica que, eventos que se producen fuera del deporte pueden influenciar el desarrollo deportivo (por ejemplo, dejar el entorno familiar para entrenar y competir fuera de la ciudad del deportista) o viceversa. Afrontar con éxito estos desafíos aumentan las probabilidades de llegar al deporte profesional y consolidarse en él. Por tanto, parece razonable que gran parte de la investigación que se ha llevado a cabo sobre la TJS se focalice en identificar estos retos y desafíos y qué estrategias se podrían llevar a cabo para afrontarlos con éxito. A continuación, comentaré algunos de los que me parecen más importantes.

La transición de junior a senior dentro del deporte

Cuando un deportista junior empieza a tener contacto con el deporte de élite o profesional, tiene que enfrentarse a numerosos cambios en forma de desafíos o retos que debe superar. A nivel deportivo, estos cambios vienen fundamentalmente por un incremento en la dificultad propia del deporte. Los retos a este nivel generalmente hacen referencia al aumento en la exigencia física, técnica y táctica. Parece obvio que, para afrontar estos cambios, cuanto mejores cualidades deportivas y mayor talento tengan los jóvenes deportistas, mayores garantías tendrán de adaptarse a estos cambios. Pero otros estudios ponen de manifiesto que, para afrontar las demandas estrictamente deportivas, también es importante seguir un estilo de vida basado en hábitos saludables. De aquí la importancia de educar a nuestros deportistas en las fases de formación sobre estos aspectos, dado que les será muy útil para afrontar los desafíos a nivel deportivo y competitivo que les esperan cuando experimenten el proceso de la transición a la élite. Además, el nivel deportivo de los otros deportistas es mucho más alto de lo que se pueden encontrar en categorías de formación o junior. De aquí que uno de los retos psicológicos más importantes y determinantes al que se enfrentan los deportistas juniors cuando dan el salto a profesional sean los posibles cambios en su percepción de competencia.

En este sentido, cuando un chico o una chica llegan al deporte de élite es frecuente que se perciban menos competentes de los que se sentían en niveles de formación. Este cambio puede conllevar diferentes consecuencias en forma de malestar psicológico. Además, también aparecen distintas presiones que sufren los deportistas jóvenes. Al llegar a un nivel de élite, la propia competición te demanda unos determinados resultados. Los propios deportistas (y el entorno) se autoexigen un alto rendimiento, lo cual se traduce en presión por llegar a este y por demostrar que puedes cumplir los objetivos. Estas situaciones se convierten en una fuente de estrés que podría desembocar en sentimientos y pensamientos disfuncionales a la hora del entrenamiento y la competición, un alto nivel de tensión, inseguridad, preocupación excesiva ante el error, frustración ante expectativas o resultados no deseables y ansiedad somática y cognitiva.

Teniendo en cuenta que, en parte, este tipo de estrés podría basarse en la interpretación que hace el deportista sobre las diferentes situaciones, el acompañamiento en este proceso es fundamental. Por una parte, entrenadores y cuerpos técnicos pueden ayudar a los deportistas a clarificarles qué esperan de ellos y ellas y cómo pueden o qué tienen que hacer para conseguir su aprobación. Por otra parte, los deportistas más veteranos pueden guiarlos respondiendo a sus inquietudes y dándoles información sobre el contexto en el que están empezando a participar.

Además, existen ciertas habilidades psicológicas que pueden ayudar a los deportistas jóvenes a afrontar las situaciones anteriores. Entre ellas, están la confianza en uno mismo, autoestima adecuada y el auto habla dirigido. También hay que puntualizar que la literatura científica ha explorado una serie de valores y variables a nivel psicológico que ayudan a los jóvenes a afrontar las demandas de esta transición. Chamorro et al. (2019) comentan que los futbolistas que habían pasado por el proceso de TJS participantes en su estudio identificaron el sacrificio, trabajo, ilusión, constancia y afán de superación como aspectos claves. La humildad apareció de manera especial. En palabras de uno de los participantes, “la humildad es fundamental, si crees que ya eres Maradona dejarás de lado el trabajo y la constancia que se necesita para llegar a lo más alto” (p. 116). Estos recursos pueden ser entrenados a lo largo de la formación de los deportistas. A veces se dejan al azar por parte de los responsables del deporte de formación y entrenarlos desde pequeños puede servir de ayuda para, llegado el momento, adaptarse a la élite deportiva.

Fuera del deporte

Por otra parte, también existe una TJS fuera de los terrenos de juego, las pistas o las piscinas. Por ejemplo, existen intereses para que los jóvenes lleguen a ser deportistas profesionales que van más allá de lo estrictamente deportivo, como son los intereses económicos o sociales. Estos intereses influyen directamente en la formación de los deportistas, desvirtuando su desarrollo natural que, en ocasiones, no depende de ellos mismos.

También las familias pueden jugar un rol con impacto positivo o negativo. Cuando hablamos de impacto negativo de la familia, hacemos referencias a las presiones por llegar a la élite que pueden percibir los propios deportistas desde sus familias, ya sea por alcanzar un determinado estatus social o económico. Así, los padres y madres pueden contribuir a desarrollar el miedo al fracaso en sus hijos o hijas a través de, principalmente, tres categorías: comportamientos punitivos sobre sus actuaciones, comportamientos de control y altas expectativas de logro. Por otra parte, uno de los recursos más apreciados por los jóvenes deportistas y que parece que tiene un papel relevante en ayudar a estos a afrontar con más garantía el proceso de transición es el apoyo social y familiar. Frecuentemente, los deportistas jóvenes deben abandonar sus casas y ciudades para marcharse a otros clubes, centros de alto rendimiento o de tecnificación, etc.  De esta forma, experimentan un cambio brusco al separarse tanto de la familia directa como de los amigos e iniciando una nueva vida en un lugar nuevo, viviendo esta situación como una barrera para afrontar el proceso de TJS. Por lo tanto, podemos ver que existe una línea difusa entre que el apoyo social/familiar se convierta en un recurso para los jóvenes deportistas o que, en forma de presión, este apoyo se convierta en una barrera para los propios futbolistas. Por tanto, ¿cómo estar seguros de que la familia impacte de forma positiva en el desarrollo de los jóvenes deportistas? Algunos estudios apuntan que, para estar seguros de que la familia sea un recurso y no una barrera, el apoyo de esta y de su entorno cercano tiene que ceñirse a prestar apoyo emocional. Esto es, que los propios deportistas sean conscientes de que, pase lo que pase, su familia estará ahí.

A las posibles presiones del entorno inmediato de los deportistas, se suman la repercusión social que tienen sus actuaciones y cómo se les valora por aficionados y medios de comunicación. En esta edad, los jóvenes de élite ya empiezan a ocupar portadas en revistas y periódicos y a menudo se enfrentan a valoraciones y críticas desde diversos sectores de la sociedad. Además, las redes sociales han aumentado la exposición de los deportistas a la sociedad. Cualquier persona desde el sofá de su casa puede dirigirse a estos y hacerles llegar su valoración sobre la actuación que ha tenido lugar o lo que crea oportuno. Estas situaciones, que no dependen de los propios deportistas, desencadenan reacciones de estrés en los jóvenes que buscan adaptarse al deporte profesional. No sería raro “bucear” dentro de estas redes sociales y encontrar a deportistas jóvenes de entre 14 y 18 años con 50.000 seguidores o más. Alejar a los deportistas jóvenes de estas situaciones o enseñar a gestionarlas debería ser de vital importancia para todos aquellos que tengan un trato cercano con ellos, como son entrenadores/as, familias, clubes, psicólogos del deporte e instituciones deportivas.

Para la mayoría de los jóvenes deportistas, la vida académica ha sido paralela y ha estado presente en, al menos, la mayoría de sus carreras deportivas.  De hecho, muchas familias se preocupan por la formación académica de sus hijos/as durante las etapas de formación como deportistas. También existen centros deportivos, clubes o instituciones deportivas que dan importancia a esta formación y ponen recursos para que puedan compaginar formación deportiva y educativa. Sin embargo, existen estudios que comentan que los deportistas priorizan frecuentemente su carrera deportiva a sus logros académicos. En principio, parece suficientemente importante contar con una formación académica paralela a la formación deportiva como alternativa si, finalmente, no se logra el objetivo de llegar a profesional. En este sentido, un concepto relativamente reciente que ha acaparado la atención de investigadores e instituciones deportivas es el concepto de carreras duales. La carrera dual se define como la carrera que tiene dos focos principales, los estudios y el deporte. El desarrollo de este tipo de carreras beneficia, por un lado, a aquellos que no llegan a ser deportistas de élite (tienen un plan “b”) y, por otro, al proceso de retirada de los deportistas profesionales que sí logran realizar una carrera deportiva (ver Torregrosa, et al, 2016 para revisión).

Pero también hay autores e instituciones que han puesto de manifiesto las ventajas a nivel deportivo de compaginar deporte y educación/vocación. Torregrosa et al. (2016) han propuesto un debate respecto a los beneficios que podrían aportar las carreras duales a los deportistas. Si hablamos de deportistas de élite o deportistas que quieren llegar a la élite, hablamos de personas que buscan un resultado dentro de la actividad que realizan, en este caso, a nivel deportivo. Por lo tanto, si no ponemos de manifiesto los beneficios del desarrollo académico en la vida deportiva, el discurso de las carreras duales podría perder fuerza para aquellos deportistas o clubes centrados en el éxito deportivo. Por tanto, podríamos hacernos la siguiente pregunta, ¿qué beneficios podría tener llevar a cabo una carrera dual para el desarrollo deportivo? Dando respuesta a esta pregunta, podemos decir que hay estudios que sugieren que animar a los deportistas a focalizarse en otros aspectos que no sean logros deportivos (por ejemplo, logros académicos) ayuda a rebajar tensiones relacionadas con la presión de la competición. También la vida académica puede ayudar a desarrollar habilidades (por ejemplo, estimulación intelectual) que posteriormente pueden ser aprovechadas en la vida deportiva. Además, estudios como los de Chamorro, et al. (2016) sugieren que dar importancia a conseguir logros en otras esferas de vida (entre ellas académica) además de la esfera deportiva se relaciona con un patrón motivacional más adaptativo en el momento de realizar la TJS. Este discurso en el que relacionamos desarrollo académico y deportivo podría tener más poder de influencia para aquellos deportistas/entrenadores/clubes que estén exclusivamente focalizados en el éxito deportivo.

Conclusiones

El propósito de este artículo era dar una visión global de la transición de junior a senior. Esta transición divide a los deportistas jóvenes en dos partes desiguales. La mayoría de ellos abandonarán el deporte o pasarán a niveles deportivos amateur, mientras que solo una pequeña parte de ellos lograrán realizar una carrera deportiva profesional estable. La necesidad de tener una visión global de los deportistas viene determinada, fundamentalmente, por dos razones: intentar tener en cuenta la mayor parte de las variables que influyen en la TJS, poder trabajarlas y maximizar las posibilidades de éxito en el afrontamiento de esta transición; y que un posible fracaso en la TJS no conlleve fracasos en otras esferas de vida de los deportistas jóvenes.

Para terminar, me gustaría destacar que la TJS es una transición normativa. Esto es, que sucede por norma, todo deportista que llegue o tenga intención de llegar al deporte profesional debe afrontarla en su carrera deportiva. Esta característica nos da la oportunidad de prepararla y trabajarla con antelación. En el artículo se pone de relevancia que los desafíos y retos que se les presenta a los deportistas vienen tanto de la vida deportiva como de fuera del deporte. Igualmente, se comentan recursos que podrían ayudar a deportistas, entrenadores/as, psicólogos/as del deporte, clubes e instituciones a anticipar este proceso.

Referencias (por si quieres ampliar información, hay referencias que no están en el texto)

Chamorro, J. L., Sánchez-Oliva, D., & Pulido, J. J. (2019). The critical transition from junior to elite football: Resources and barriers. En E. Konter, J. Beckmann y T. M. Loughead (Eds.), Football Psychology: from theory to practice (pp. 324-336). Routledge.

Chamorro, J., L., Torregrossa, M., Sánchez-Oliva, D., García-Calvo, T. y León, B. (2016). Future achievements, passion and motivation in the transition from junior-to-senior sport in Spanish young elite soccer players. The Spanish Journal of Psychology, 19(e69), 1-12. https://doi. org/10.1017/sjp.2016.71

Drew, K., Morris, R., Tod, D., & Eubank, M. (2019). A meta-study of qualitative research on the junior-to-senior transition in sport. Psychology of Sport and Exercise, 45(June). https://doi.org/10.1016/j.psychsport.2019.101556

Grossmann, B., & Lames, M. (2015). From Talent to Professional Football – Youthism in German Football. International Journal of Sport Science & Coaching, 10(6), 1103–1113.

Torregrossa, M., Chamorro, J. L., & Ramis, Y. (2016). Transición de júnior a sénior y promoción de carreras duales en el deporte: una revisión interpretativa. Revista de Psicología Aplicada al Deporte y al Ejercicio Físico, 1(1), 1-11. https://doi.org/10.5093/rpadef2016a6

Vanden Auweele, Y., De Martelaer, K., Rzewnicki, R., De Knop, P. y Wylleman, P. (2004). Parents and coaches: A help or harm? Affective outcomes for children in sport. En Y. Vanden Auweele (Ed.), Ethics in youth sport (pp. 179–193). Leuven, Belgium: Lannoo-campus.

José M. López Chamorro

José M. López Chamorro

Profesor titular e investigador en Psicología del Deporte, Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad Europea de Madrid. Es Doctor en Psicología del Deporte por la Universidad de Extremadura con una tesis centrada en la transición de junior a senior en futbolistas. Además, es investigador en transiciones de carrera deportiva y factores psicosociales asociados al bienestar y rendimiento deportivo. Profesor en las asignaturas de esta área en la Facultad de Ciencias del Deporte en la Universidad Europea de Madrid. Y, desde 2011, es psicólogo aplicado con deportistas y entrenadores/as.