“Tiene una calidad extraordinaria, hace sonar el balón de manera diferente, es inteligente, es un jugador diferente… si le funcionara la cabeza, sería un jugador de máximo nivel”. Muchos entrenadores han tenido un jugador con este perfil, “no está amueblado” dicen.
Algunos jugadores son disruptivos a nivel de comportamiento, les cuesta aceptar y respetar las normas, son desordenados en sus hábitos, despistados, les cuesta prestar atención en la charla del entrenador, se olvidan sus enseres, algún día llegan tarde al entrenamiento, no parecen esforzarse al máximo en los entrenamientos, no aceptan bien las correcciones y se ponen a la defensiva… ¿Por qué lo hacen?, ¿qué explica este comportamiento?, ¿alguien puede tener la intención de hacer las cosas mal?, ¿qué hay detrás de esa cabeza que parece funcionar de otra manera?
Los entrenadores viven como un auténtico desafío reconducir el comportamiento y desarrollar el potencial del futbolista de un talento “diferente”. Intentan que ese jugador entre en la dinámica de trabajo y comportamiento del equipo, pero la realidad les va diciendo que es diferente, no solo a nivel futbolístico, sino también a nivel personal. Los entrenadores quieren recuperarlos para la causa colectiva, tienen paciencia, insisten, se les resisten, llegan a vivir a nivel personal los conflictos que plantea el jugador, “me está echando un pulso”, llegan a desesperar, a perder la paciencia y tirar la toalla, acabando por no creer en el futbolista.
¿Por qué la dificultad de adaptarse a la norma y a la exigencia del trabajo diario?
Desde mi experiencia en equipos de formación y profesionales considero que la explicación que puede haber detrás de este perfil es diversa. Este tipo de jugador quiere ser y funcionar como uno más, pero le cuesta. Se compromete, pero hay algo que supera a su voluntad y le hace fracasar en su compromiso. Nadie quiere hacerlo mal o generar problemas adrede. Aunque parezca que todos los futbolistas de este perfil estén cortados por el mismo patrón, las razones que explican su comportamiento pueden ser diferentes. Me voy a centrar en cuatro explicaciones que hay detrás de los jugadores a los que identificamos como “talento disruptivo”. Éstas son: 1) dificultades a nivel atencional, 2) un pensamiento divergente, 3) la propia cultura deportiva, y 4) los hábitos de vida o cultura sociofamiliar.
Dificultades a nivel atencional
Un porcentaje significativo de personas en nuestra sociedad presenta un déficit de atención, con o sin hiperactividad, se estima que en torno a un cinco por cien. ¿Qué es un déficit de atención? Supone una dificultad para focalizar la atención y mantenerla durante un tiempo en la misma tarea. Pueden concentrarse solo en aquello que les despierta interés, pero durante poco tiempo, necesitan cambiar de actividad continuamente, son desatentos, desordenados, olvidadizos, les cuesta generar hábitos de comportamiento, y pueden ser más o menos inquietos o movidos. Pueden ser inteligentes, pero les cuesta centrar la atención.
De niños encontraron dificultades en la escuela o en el colegio, eran desorganizados, desordenados y fueron objeto de mucha corrección, reprimendas y castigos por parte de padres, maestros y profesores, también de sus entrenadores.
Esa corrección permanente en el hogar, en la escuela y en los entrenamientos con la que han tenido que convivir las personas con déficit de atención les hace tener una escasa tolerancia a la frustración y rápidamente se ponen a la defensiva cuando se les corrige. No aceptar las correcciones les da una falsa apariencia de rebeldes y problemáticos. Ha de pensarse que muchos niños con dificultades atencionales encuentran en el deporte una válvula de escape, por lo que es bastante fácil encontrar deportistas adultos con este problema. Son adultos inteligentes, buenos profesionales, pero son diferentes, parece que van un poco por libre, que son informales y no les gusta comprometerse. Es una falsa apariencia: quieren, pero les cuesta o no pueden.
Pensamiento divergente
Existen dos estilos de aprendizaje, lineal y divergente. La mayoría de las personas aprenden de forma lineal, progresiva, ordenada, de lo básico a lo complejo, y reproducen lo aprendido tal cual se les ha enseñado. Otras personas, unas pocas, aprenden de otra manera, digamos que a su modo, no de forma ordenada, progresiva o lineal. Son creativas, imaginativas, parece que no respetan el proceso de aprendizaje, pero no quiere decir que no tengan interés, lo tienen y aprenden, luego reproducen lo aprendido también a su manera, no como se les ha enseñado, parece que van un poco por libre y son más anárquicas en el aprendizaje.
Son estilos de aprendizaje y conducta diferentes que responden a unas características neurofisiológicas diferentes, un cerebro diferente en el procesamiento de la información. El entrenador quiere que todos sus jugadores evolucionen en su aprendizaje o desarrollo según su propuesta metodológica secuencial, aceptando de buen grado las tareas programadas. Pero alguno no se va a coger a dicha metodología, puede mostrar aparente desinterés, parecer que no avanza, pero de repente expresa un nivel como el mejor, sorprendiendo al propio entrenador.
Cultura deportiva aprendida
La cultura deportiva de la que procede el jugador es determinante. Si desde niño ha ido aprendiendo a marcar la diferencia y ser el mejor para poder fichar un día por un gran equipo de las grandes ligas no se le puede exigir que sea un jugador de equipo. Habrá que enseñarle a trabajar en equipo, a hacer y ser equipo. No se le puede condenar por ser individualista, no es un jugador egoísta, su estilo es el resultado de su proceso de aprendizaje.
¿Qué cultura táctica tiene?, ¿qué ritmo competitivo tiene? Puede proceder de un país en que el fútbol está en crecimiento a todos los niveles, la liga no sea tan competitiva como en las grandes ligas… A su excelente calidad técnica puede acompañarle, confusión a nivel táctico, poco ritmo de juego, dificultad para decidir y jugar rápido…
No es que el jugador no tenga nivel o esté equivocado. Simplemente es que el jugador ha aprendido desde una educación futbolística diferente y presenta un estilo de juego que deberá evolucionar. Este es el papel del entrenador, ayudar al futbolista en su desarrollo deportivo o profesional.
Cultura sociofamiliar
Cuando conoces el contexto sociofamiliar del futbolista entiendes y comprendes mejor al futbolista en su comportamiento, sus hábitos, sus valores. El contexto sociofamiliar también es un factor determinante del comportamiento de las personas.
No es que no quiera cuidarse, que no sea un buen profesional, simplemente es producto de la educación recibida en casa y en su zona de residencia. Entrenador, técnicos y profesionales colaboradores del equipo están para conocer bien el perfil personal del jugador y trabajar sobre él desde un enfoque educativo, de aprendizaje, para ayudarle a acercarse a un comportamiento óptimo a todos los niveles, propio de un deportista de máximo nivel, en el entrenamiento, trabajo preventivo, valores, conducta alimentaria, descanso…
¿Qué puede hacer el entrenador ante el talento divergente o disruptivo?
El entrenador debe reconocer la existencia de este perfil de jugador en el vestuario, un jugador diferente por talento, diferente también en cuanto a su comportamiento. No supone un riesgo, sino una oportunidad para el equipo y también para el entrenador No se le debe juzgar, menos aún condenarle y sentenciarle.
Disponer de un jugador así para el entrenador supone un auténtico desafío porque ha de lograr que mejore al equipo y que siga creciendo como futbolista y como profesional. Para el entrenador supone una oportunidad de desarrollo profesional, de ser mejor entrenador. Este perfil de jugador no debe verse como un riesgo o amenaza para el buen funcionamiento del equipo ni para la autoridad o liderazgo del propio entrenador.
El entrenador debe cuidar un plan de acción para gestionar el talento “divergente” o “disruptivo” dentro del equipo en beneficio del equipo.
Acciones que conviene realizar, PLAN EFICAZ:
- Entender y aceptar la existencia de un perfil personal “diferente”
- Entender la diversidad dentro del grupo o equipo, no se puede tratar a todos por igual
- Interesarse en conocer al futbolista a nivel personal, forma de ser, circunstancias familiares, inquietudes, aficiones…
- Relacionarse con el futbolista desde el respeto y con una actitud de ayuda
- Tratar de ganarse al futbolista desde la relación individual honesta
- Establecer objetivos individuales a corto plazo (diarios y semanales)
- Apoyarse en el refuerzo de actitudes y conductas positivas
- Utilizar motivaciones “valiosas”
- Respetar al futbolista en su dimensión personal
- Ayudar a que los compañeros entiendan la diversidad dentro del grupo
- Mantener la misma exigencia que al resto del equipo
- Evitar los reproches, reprimendas y castigos
- Corregir poco y hacerlo utilizando imágenes que evidencien el comportamiento a corregir y sobre todo la dirección del cambio, por dónde debe ir la solución
- Utilizar refuerzo afectivo y social
- Generar expectativas de éxito ante las tareas del entrenamiento que suponen esfuerzo
- Exigir de puertas adentro, proteger de puertas afuera
- Argumentar desde la utilidad para el propio jugador y para el equipo, tratar de convencer
- Considerar el objetivo con este jugador como un desafío personal, involucrarse a nivel personal tanto o más que a nivel profesional
- Apoyarse en la colaboración de los capitanes y de compañeros afines
Acciones no recomendadas porque se corre el riesgo de perder al jugador, PLAN INEFICAZ:
- Considerar a todos los miembros del equipo por igual, sin hacer diferencias, creer que debe de tratar a todos con los mismos criterios, sin diferenciar ni realizar un trato personalizado
- Argumentar desde la obligación y la autoridad como entrenador
- Argumentar desde las normas y el código de régimen interno
- Estar más pendiente de los errores y pequeñas faltas de disciplina que del comportamiento bien hecho
- Utilizar un lenguaje irónico o hacer bromas que pueden llegar a ser hirientes
- Corregir al futbolista delante de los compañeros, en ocasiones humillarle
- Pensar que el grupo exige un trato igualitario y temer las consecuencias sobre el equipo de no hacerlo
- Advertir, amenazar
- Reprochar, reprender, castigar
- Utilizar bastante más la corrección que el refuerzo positivo
- Juzgar el comportamiento del futbolista, dejarse llevar por impresiones, suposiciones, juicios de valor, por ejemplo: no tiene interés, no se compromete, no es fiable, le he dado demasiadas oportunidades, es un problema de vestuario…
- No hablar apenas con el futbolista o hablar sólo de fútbol, distanciarse a nivel personal
- Desconocer cómo es a nivel personal
- Tratar de someterle para que entre en la dinámica del resto del equipo, no pretender convencerle, educarle, ayudarle
- Sacar fuera del vestuario, hacer público situaciones planteadas por el futbolista en el trabajo o convivencia diaria
¿Qué puede hacer el jugador “diferente” por rentabilizar su talento divergente o disruptivo?
Es necesaria la colaboración entre entrenador y jugador. También este ha de poner de su parte, entendiendo que le va a costar esfuerzo, pero vale la pena porque él es quien tiene más que ganar o perder.
Algunas recomendaciones que debería considerar o tener en cuenta el jugador de un perfil divergente o disruptivo son las siguientes:
Plan de Acción del Jugador “divergente” o “disruptivo”:
- Ser autoconsciente, entender y aceptar su propia diversidad
- Dejarse ayudar en vez de evitar las ayudas personalizadas (plan de trabajo personalizado, trabajo preventivo, plan de alimentación, apoyo psicológico…)
- Ser autoexigente y poner el máximo esfuerzo cada día
- Poner su talento al servicio del equipo
- Escuchar, sin ponerse a la defensiva
- Reconocer los errores y aceptar la corrección
- Dejarse ayudar por compañeros
- Generar confianza en los demás desde un trabajo y comportamiento exigente, más que desear o esperar a que los demás confíen en él y le den oportunidades
Una misión que merece la pena
No se puede despreciar un diamante, menos aún tirarlo a la basura. Merece la pena invertir esfuerzo, trabajo y compromiso en jugadores diferentes a los que les cuesta integrarse o adaptarse a una dinámica de equipo. Lo fácil es prescindir de ellos e incorporar a otros en su lugar, pero el mérito para el trabajo del entrenador, técnicos, profesionales colaboradores y club está en rentabilizar ese talento “diferente”. No es tarea fácil, pero merece mucho la pena.
¿Por qué merece la pena el esfuerzo sobre el talento “disruptivo”?
Pues porque tiene un enorme retorno para todos.
- Se ayuda al jugador a expresar su talento en su plenitud, a desarrollarse como futbolista, mejorar su autoestima y bienestar emocional
- Hace mejor al equipo, esa aportación individual revierte sobre el rendimiento colectivo
- Refuerza la cohesión interna del equipo
- Potencia el liderazgo del entrenador