“ESA PRESIÓN CONTINUA ME HA HECHO MEJOR JUGADOR”
por JOSÉ A. PEDROSA GALÁN
En mi opinión, la orientación psicológica es bastante más importante y necesaria de lo que se cree. Aunque hayamos mejorado en los últimos años en cuanto a la preparación psicológica, sobre todo a nivel formativo, es un mundo donde hay mucho por hacer y mejorar en el fútbol. La trascendencia y la correlación de la parte mental en el jugador con su rendimiento es muy grande. Sigue estando infravalorada, así también la figura del psicólogo deportivo.
El apoyo psicológico es fundamental tanto a nivel individual como grupal. Cada vez conozco más casos de compañeros o amigos que requieren de la ayuda de un psicólogo y, en muchos casos, casi la mayoría, sin que haya algún problema previo, únicamente buscando la mejora. Entre ellos me incluyo. A lo largo de mi carrera he trabajado con un psicólogo deportivo de manera frecuente y lo considero muy útil.
Así como se avanza en otros apoyos al rendimiento y se intenta maximizar a través de la preparación física, fisioterapia, nutrición… la preparación psicología es más importante ya que, en mi opinión, el 60 % o más del éxito está en la actitud mental.
Son muchas las situaciones en las que se necesita el apoyo del psicólogo del deporte. En mi caso, y viendo también a muchos compañeros, creo que en las lesiones de larga duración es de vital importancia contar con su ayuda. También a la hora de retirarse o colgar las botas para ir enfocando el post-fútbol. Pero en el día a día, en problemas comunes se requiere la ayuda psicológica para mejorar la conducta y sujetar los pensamientos. Cada jugador necesita un tipo de ayuda. Además, en ocasiones, el deportista de élite está muy enfocado en el yo, y viene muy bien una opinión y un punto de vista diferente dado por un profesional como el psicólogo. Aprender a relativizar y que me ofrezcan distintos enfoques y pensamientos sobre una situación me ha venido increíblemente. Me abre la mente a otras formas de enfocar problemas, emociones o algunos acontecimientos.
Ha sido muy complicado compatibilizar estudio y deporte al más alto nivel. Es algo que creo que se puede mejorar y mucho en España, parece como si no fuera compatible el estudiar con dedicarse al deporte profesional. He de decir que la mayoría de los profesores de la Universidad de la Complutense y de la Universidad de Almería, donde finalicé mis estudios, me ayudaron, me tendieron la mano y comprendieron el esfuerzo que estaba haciendo por acabar la carrera, incluso mis últimos años cuando ya jugaba en el extranjero. Pero recuerdo algunos profesores que me lo pusieron muy difícil, una vez, me dijo uno: “Pero es que en la vida hay que decidirse: o juegas a fútbol o haces la carrera, no puedes tener todo”. Me dolió bastante ese comentario, y más que un desconocido me dijera que lo podía o debía hacer sin conocerme.
En otra ocasión, cuando me perdí unas prácticas por haber ido a un torneo internacional y después de haber aprobado el examen teórico, me suspendió incluso habiéndome ofrecido a hacer cualquier trabajo o lo que fuera para recuperar esa parte práctica, después de explicarle por qué no pude asistir a su clase práctica. Pero su respuesta fue: “Yo no te he puesto una pistola en la cabeza para que fueras a ese torneo, si has tomado esa decisión por delante de la clase de prácticas, estas son las consecuencias.” Me suspendió y tuve que repetir teoría y práctica al siguiente curso.
Choca un poco, más ahora que estoy en Canadá, sabiendo la importancia que le dan aquí a la parte deportiva, como en USA, incluso a nivel universitario donde el deporte es sagrado. En España se te tacha un poco de vago solo por el hecho de ser futbolista o deportista. En ocasiones nos preguntamos por qué hay tan pocos casos de jugadores con carreras universitarias… pienso que no es nada fácil y no se incentiva poder compatibilizar el desarrollo de ambas carreras. Esa es la impresión que tengo, quizás equivocada, pero está basada en mi experiencia.
Por suerte, cada vez son más los entrenadores que se apoyan en la colaboración de un psicólogo del deporte. Esperemos que como pasó con la figura del preparador físico, que hace 20 años era innecesario y ahora es imprescindible. Tengo la confianza de que lo mismo sucederá con la figura del psicólogo. Soy muy partidario de aquellos entrenadores que basan su forma de interactuar con el jugador a través del refuerzo positivo para ganar y aumentar la confianza en sus jugadores y, por tanto, en su equipo. Para hacerles sacar su mejor yo. Carlos Rios, Eusebio, Alfredo Merino, Carlos Hugo, Emery y, sobre todo, su segundo, Carcedo.
Los clubes irán a más al considerar al psicólogo del deporte entre sus técnicos en el fútbol profesional, debería de ser algo indispensable en cada plantilla. Pero como os digo, sé de futbolistas y entrenadores de primer nivel que cuentan con los servicios de un psicólogo deportivo, con el objetivo de la mejora constante, también a nivel mental y anímico.
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Mi formación como psicólogo me ha ayudado a adaptarme a tanto cambio, jugar en tantos países, tantas culturas, idiomas, estilos de vida… No por el hecho de haber estudiado psicología me lleva a no cometer fallos, no controlar mis emociones como hubiera querido, no sentir como fracaso, sufrir en una lesión. Lo que sí me ha ayudado es a saber qué importante es la parte mental en un deportista de élite, a niveles de profesionalismo, más que el nivel técnico, físico o táctico. Lo que realmente marca la diferencia es la actitud mental sobre todo cuando las cosas se ponen complicadas.
Muchas experiencias y también mucho sufrimiento, encontrarme en situaciones adversas, me ha demostrado que la resiliencia, la actitud positiva ante los fracasos, la responsabilidad del trabajo en la sombra, y la confianza en ti mismo es lo que me ha llevado a poder jugar y seguir haciéndolo a nivel profesional por más de 15 años.
La mayoría de los jugadores que ha jugado en el extranjero, especialmente en Asia, coincidirán conmigo en que la exigencia y la presión a la que eres sometido es máxima: quieren rendimiento desde el primer día que firmas. Eso conlleva una responsabilidad y presión que no es fácil de aguantar y gestionar bien. Conozco situaciones de jugadores en que al mes de haber firmado ya se les quiere rescindir por no haber cumplido las expectativas o por no haber hecho gol en 3-4 partidos, en el caso de los delanteros.
Si algo me ha hecho mejor jugador, es esa presión continua día tras día, el saber que por el hecho de ser extranjero tienes que rendir siempre por encima del notable. No les vale un suficiente, eres el que viene de fuera y tienes que marcar la diferencia. Eso lleva mucha presión inmediata y a corto plazo. En la mayoría de los casos, también en el mío, se firman contratos de una temporada, incluso de media como me ha ocurrido en varias ocasiones. Por eso debes gestionar esa presión y esa incertidumbre de dónde estarás en pocos meses. En este tipo de ligas menores los presidentes o directivos no tienen paciencia alguna y en muchos casos se trata al jugador como mercancía. Te pongo un ejemplo: yo era jugador franquicia en Tailandia, todo el personal del club estaba conmigo y así me lo hicieron sentir al principio. Me lesioné en un partido oficial y tuve que estar casi tres meses fuera de los terrenos. Tuve que soportar a los quince días tras la lesión que me enseñaran un papel en el que me solicitaban que renunciara a mi salario ya que no podía jugar. Era mi primera experiencia en el extranjero y me afectó mucho. Quince días antes me trataban como un héroe por la buena trayectoria del club y mi buen hacer. Después de la lesión, apenas recibía ni los buenos días.
El jugador joven de hoy en día, percibo que quizás no respeta tanto a los veteranos como hacíamos en mi época y, quizás en algunos casos, no tienen esa capacidad de trabajo o de sufrimiento por alcanzar su sueño, pero no se puede generalizar.
Resiliencia, creer, seguir intentándolo y trabajando duro me hacen pensar que mi oportunidad llegará. Si no llega, voy yo a buscarla como he hecho en multitud de ocasiones. He cogido una mochila con mis botas y he volado a distintos países, solo, persiguiendo un sueño en forma de nuevo contrato y me he sometido a pruebas que muchas veces no he pasado. Solo por las veces que sí las pasé, mereció la pena.
Por “talento emocional” entiendo que es la capacidad de adaptación y la motivación intrínseca, que vienen de dentro, como la pasión y la persistencia de perseguir un sueño, que en mi caso siempre fue ser y jugar de manera profesional. Como no pude cumplir mi sueño de jugar en la Liga en España, después de sufrir una lesión de larga duración (el ligamento cruzado), me tuve que reinventar y reformular mis metas. A nivel psicológico, sobre todo a nivel motivacional, es vital marcarse objetivos. En mi caso, imaginándome que hacía realidad o conseguía mis desafíos encontraba la gasolina que me mantenía fuerte, también en los peores momentos de mi carrera.
Si algo he mejorado en estos 8 años que llevo jugando fuera de España, es en mi capacidad de adaptación. De hecho, prácticamente en todos los sitios de los 12 países donde he jugado me convertí muy rápidamente en indiscutible. No es fácil cuando llegas a otro país, con otra cultura, otra mentalidad, clima… Si me tengo que poner una medalla en mi carrera, sería esa. También he mejorado en ser menos auto exigente conmigo mismo y entender que los fracasos forman parte de este deporte, de la vida, y no tienes por qué avergonzarte de ellos. Esto unido a mi capacidad de superación y mi fortaleza mental, además de mi pasión por este juego, son los que me han mantenido en pie con 34 años y pasando por 13 ligas profesionales de distintos países. Todos son factores mentales.
Valoro muchísimo al entrenador que, siendo muy exigente, se apoya en el refuerzo positivo para dar confianza al jugador, respeta y es justo en sus decisiones, al menos sincero. Algunos entrenadores dicen “conmigo, el que entrene mejor va a jugar” y luego no lo cumplen. Si no lo vas a cumplir, no lo digas. En mi caso tuve un entrenador que me llamaba al despacho un jueves y me decía “prepárate que el domingo vas a jugar de titular”. Lo hizo en cuatro o seis ocasiones a mitad de temporada. Luego llegaba el domingo, y yo estaba en la grada. No me lo hizo ni una ni dos veces, lo hizo en varias ocasiones. ¿Qué credibilidad e incluso respeto puede tener para el jugador ese entrenador?
Yo he tenido entrenadores con los que he jugado siempre y no les considero buenos entrenadores, y el caso contrario, he tenido muy buenos entrenadores con los que no jugaba. Creo que es importante que el jugador distinga un buen entrenador al margen de si te pone o no. Carlos Ríos, Eusebio Sacristán, Carlos Hugo, Stefano Maccopi, Emery, Carcedo, Ortega… son excelentes gestores emocionales… no me quiero olvidar de ninguno, pero he tenido mucha suerte con los entrenadores en general en toda mi carrera.
Como psicólogo que soy, haber pasado y vivido todos estos miedos, presiones, emociones como jugador creo que me ayudaría mucho a la hora de ayudar en un futuro a jugadores, bien con problemas bien con la inquietud de mejorar. Podría ayudarles a ser mejores futbolistas a nivel mental, donde para mí reside gran parte el éxito. El haber tenido tantas lesiones, experiencias negativas, cambios en mi carrera de futbolista me podría ayudar a tener un abanico amplio de experiencias vividas a las que recurrir como psicólogo deportivo. Posiblemente sea una de mis metas a cumplir cuando me retire.
Sería muy gratificante poder compartir y usar dichas experiencias para apoyar y formar a futuros compañeros de profesión. Además, porque realmente creo que se puede mejorar y mucho la parte mental. Tengo plena confianza en que un futbolista o un entrenador pueden mejorar muchísimo trabajando el aspecto psicológico. Insisto, es más importante incluso que si tienes una buena técnica, un buen disparo o si sabes mucho de táctica. Hoy en día, el entrenador tiene que ser más psicólogo que nunca para gestionar tantas personalidades en un vestuario.
El otro día comentaba con un compañero sobre cómo cumplir el sueño de llegar a ser futbolista profesional. Es un compañero que ha jugado más de 300 partidos en la Serie A y ahora lo hace conmigo aquí en Canadá. Los dos coincidimos en lo mismo, siendo que ambos nos criamos en países distintos. Hay miles de jóvenes futbolistas muy talentosos que dejan el fútbol a los dieciocho o veinticuatro años o que han jugado toda su carrera en divisiones inferiores. En cambio, otros jugadores con menos talento técnico o físico que, como se dice en el argot futbolístico, tenían buena cabeza han hecho carrera a alto nivel por muchos años. En cuanto a “buena cabeza”, nos referíamos a la capacidad de saber automotivarse (motivación intrínseca o extrínseca), ser perfeccionistas y competitivos, querer ganar y superarse a sí mismo y al oponente siempre, ser fuerte ante las adversidades, plantearse retos, ser responsable consigo mismo. Son pocos los jugadores que se han mantenido en el fútbol profesional por muchos años sin un nivel de autoexigencia, compromiso y disciplina altos y un gran espíritu de sacrificio.
Un denominador común que he visto en jugadores de máximo nivel, como Granero, Xavi, Piatti, Capdevilla, Pantic, Eusebio, Mata… y que me ha llamado mucho la atención es su humildad, increíble en gente que ha conseguido estar a un nivel tan alto. Otra cualidad que comparten es su actitud positiva. En cuanto a la humildad, hay jugadores que están jugando a nivel bajo y critican a jugadores que están en primer nivel. En cambio, a este tipo de jugadores de primer nivel jamás he visto criticar a ningún compañero u otro jugador. Podrían hacerlo porque están en otro escalón futbolístico, pero en cambio se quedan con las cosas positivas de los jugadores en vez de fijarse en las negativas. Es una metáfora de la vida. Puede ser uno de los secretos de que estos jugadores sean tan buenos. La positividad revierte en sí mismos, afecta a sus pensamientos y tomas de decisión. Lo he percibido y así me gusta subrayarlo.
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