Nahikari García: “No dejo de aprender en ningún momento”

Nahikari García
Nahikari García: “No dejo de aprender en ningún momento”

Nahikari García Pérez (1997, Urnieta, Guipuzcoa, Euskadi) es una futbolista que juega como delantera en la Real Sociedad y en la Selección Española. A sus 22 años ha vivido muchas experiencias que le han hecho madurar a nivel personal de forma acelerada. Es una persona inquieta, humilde, comprometida con aprender y mejorar cada día como deportista y como persona, competitiva, ambiciosa, de valores innegociables, comprometida con su club, su equipo, sus compañeras, su cultura… Pedí a Nahi que me aportara su testimonio personal, porque puede ser un espejo en el que mirarse cualquier niño o niña que tenga el sueño de llegar lejos en aquello que decida hacer.

Jugadora profesional, estudiante, persona inquieta y autoexigente

Mi nombre es Nahikari García, soy jugadora de la Real Sociedad y estudiante de medicina en la Universidad del País Vasco. Con tan solo 16 años tuve la oportunidad de debutar en primera división,y desde entonces compagino mis estudios universitarios con mi carrera deportiva. Desde mi llegada a primera división, el fútbol femenino ha tenido un crecimiento exponencial que he podido presenciar en primera persona. Ahora tengo 22 y las cosas han cambiado mucho, aunque aún hay mucho camino que recorrer por delante.

Muchos os preguntaréis cómo se puede llevar la exigencia de jugar en la máxima categoría junto con unos estudios universitarios. Pero esa es la realidad de la mayoría de las jugadoras de la Liga Iberdrola. Y a mí personalmente, es algo que me encanta. No es tarea fácil, requiere de mucho esfuerzo y sacrificio. Pero en este tiempo he aprendido que si se consigue un buen equilibrio entre ambas cosas puede ser muy positivo tanto para el rendimiento deportivo, como para el estado mental. Aprendes a desconectar, saber diferenciar la importancia de cada cosa en cada momento, y sobre todo te ayuda a no perder la perspectiva de futuro. Todas sabemos que este deporte tiene fecha de caducidad, que hay un después, y que para cuando acabe, tenemos que estar preparadas.

Soy una persona muy auto exigente, por lo que, a veces, ser competente en dos contextos tan potentes puede jugarte una mala pasada. Por eso lo de conseguir el equilibrio adecuado. Como decía, en los últimos años hemos crecido mucho, el nivel de exigencia y dedicación ha aumentado y eso “obliga” a tener que priorizar. Aun así, en ningún momento me he planteado dejar los estudios de lado, ya que soy consciente que aprender a llevar adelante las dos cosas me ha ayudado a estar donde estoy.

Muchos sacrificios que compensan, saber trabajar por metas aplazadas en el tiempo

No es fácil llegar al máximo nivel: requiere de mucho trabajo, dedicación y esfuerzo, es decir, tener que dejar de lado muchas cosas. Sabes que no vas a llevar una vida como la de los que están a tu alrededor, fines de semana viajando, sin ver a tus amigas, veranos sin vacaciones, comidas familiares a las que no puedes asistir… Una vida diferente que sin ninguna duda merece la pena.

Cuando echo la vista atrás en mi corta carrera deportiva y recuerdo todos los países a los que he viajado, todas las personas a las que he conocido, los malos y buenos momentos que he vivido y me han hecho aprender tantísimo, no me permiten ver todo ese esfuerzo como un sacrificio, sino como una inversión. Una inversión que se traduce en un crecimiento personal impresionante. Puedo decir con total seguridad que siento que no dejo de aprender en ningún momento, aprendo de la gente de la que me rodeo, de lo que vivo en el día a día, de cuando gano y de cuando pierdo.

Para mí, una de las claves de poder llegar a la élite y de poder conseguir los objetivos que uno se marca es no perder el foco, saber dónde quieres estar y qué camino debes seguir. Para eso considero importante elegir bien a tus referentes y saber rodearte de gente en la que puedas confiar y sepa redirigirte cuando te desvías. Muchas de estas personas son de tu familia. Pero no todo es llegar, mucha gente llega a Primera División. Lo verdaderamente difícil es mantenerse. Y ahí entra un factor muy importante, que es el aspecto mental. Cuando el nivel aumenta, la exigencia es cada vez mayor, propia o interna y también externa, y saber llevarlo no siempre es fácil.

Aprender de las dificultades

En el 2016, sufrí una de las situaciones más complicadas de mi carrera deportiva. Habíamos llegado por tercer año consecutivo a la final del Campeonato de Europa sub19, jugábamos en Eslovaquia contra una Francia plagada de estrellas y nosotras llegábamos de hacer un campeonato casi perfecto y con muchas ganas de llevarnos nuestra primera medalla de oro. ¡Toda una final de altura! Ese día nos fuimos perdiendo 1-0 al descanso, pero con buenas sensaciones y toda la segunda parte por delante. Entonces empezó el surrealismo. Durante el descanso cayó el diluvio universal que encharcó el campo entero y provocó que estuvieran durante más de una hora debatiendo si seguir jugando o suspender el partido. Finalmente decidieron que jugáramos, y ahí salimos, a batallar en un campo lleno de agua.

Nada más comenzar la segunda parte, fallé un penalti que yo misma había provocado. Llegó su segundo gol y, posteriormente, conseguimos marcar nosotras. Minuto 90, 2-1 en el marcador y llega la jugada que, seguramente, más marcará mi carrera deportiva (no necesariamente de forma negativa). Después de un disparo desde la frontal del área, el balón queda muerto a poco más de un metro de la línea de gol, y ahí estaba yo. Fácil: empujarla, 2-2 y nos la jugaríamos a penaltis. Pero no fue así. El balón salió por encima del larguero. De esta forma, se desplomaba la posibilidad de llevarnos el oro y, con ello, como comprobaría más adelante poco a poco, toda mi confianza y seguridad. En ese momento, a pesar de todo, sentí el cariño de muchísima gente y sentí al equipo cerca, muy muy cerca, cero reproches por lo sucedido. Yo creía estar bien, me repetía que eran cosas que podían pasar y que lo olvidaría.

Pero la realidad fue otra, ya que influyó en mi forma de jugar y hasta en mi forma de ser, me afectó en mi carácter. Tardé en reconocerlo, pero una vez que lo hice, me puse manos a la obra y empecé a trabajar en otros factores, empecé a trabajar el aspecto mental, mis emociones, pensamientos y sensaciones sobre el terreno de juego. Cosas a las que quizá hasta ese momento no le había dado tanta importancia.  

En mi estilo de juego siempre había tenido mucha importancia mi personalidad, ya que soy consciente de que mi fuerte no es la técnica o el regate. Soy una persona con mucho carácter, una jugadora muy, muy competitiva. Después de lo sucedido en Eslovaquia sentí que toda esa personalidad, que me había llevado a competir con las mejores y me hacía ser una jugadora diferente, se desplomaba. Entonces ahí empezó el trabajo del que hablaba antes, un trabajo de reconstrucción interna, de crecimiento, emocional y mental, para volver a encontrarme a mi misma.

Creo que lo conseguí, después de dos años sin estar con la selección, el pasado mes de septiembre me convocaron por primera vez con la Selección Absoluta. Y ahora aquí estoy, entre las 23 elegidas para disputar un Mundial. He pasado momentos menos buenos, pero seguro que sin ellos no habría conseguido estar donde estoy ahora mismo. Y es que pienso, que al final, esos momentos nos hacen aprender y valorar cosas que quizá antes no valorábamos. Fallar nos hace crecer, nos hace mejores.

Llevo algo más de dos años trabajando con profesionales. Primero lo hice con José Carrascosa de forma individual, quién me enseñó a afrontar aquel bache y a controlar mis pensamientos. Y este último año en la Real, hemos estado trabajando con Jon Berastegi en la mejora del manejo de las emociones. Curiosamente, este año hemos quedado campeonas de la Copa de la Reina. No sé si será casualidad o no, pero lo que tengo claro es que ha sido un aspecto fundamental en el crecimiento del equipo, colectiva e individualmente.

Ser equipo, la unión entre compañeras, es clave

Durante estos años he tenido la oportunidad de estar en diferentes equipos dentro de la Real. También, en diferentes categorías de la selección. Por lo tanto, he compartido vestuario con muchas personas, todas ellas diferentes unas de otras. He aprendido que la unión de un grupo puede llevar a conseguir cosas extraordinarias, como una Copa de la Reina. Sobre todo, me he dado cuenta de que, dentro de un equipo, sin la persona de al lado no somos nada. No importa lo infinitamente buena que seas, si no estás rodeada de un grupo de gente que te acompaña, cree y confía en ti no conseguirás nada. El bien del equipo SIEMPRE está por encima de todo y de todas, y esa es una máxima que todos deberíamos tener muy clara. Cuando el grupo tiene un objetivo claro y común, en el que se unen las manos para intentar conseguirlo, difícilmente se podrá escapar. Nada es posible si no trabajas en equipo.

La consecución del título de la Copa de la Reina ha sido un hecho muy importante dentro del club, ya que la sección de fútbol llevaba 32 años sin ganar nada. Para mí ha sido muy especial poder ganar un título con mi equipo de toda la vida. Un sueño hecho realidad. ¡Y de qué manera además!

Comprometerse y responsabilizarse es una oportunidad de aprender, identificarte, ser únicas y diferentes

Cuando defiendes la camiseta y el escudo de TU equipo, además de ser algo bonito, es toda una responsabilidad, supone una mochila que hay que saber llevar, y más cuando te ves dentro del grupo de capitanas. Me considero una persona muy emocional, lo que me lleva a sufrir el doble las derrotas y a valorar mucho las victorias. Me gusta involucrarme en los proyectos, ayudar en el crecimiento del equipo y sentirme partícipe de él.

Estos años he aprendido siempre de la gente que he tenido alrededor y de las experiencias que voy viviendo. En este último año he podido sentir en primera persona que ser capitana es mucho más que ponerse un brazalete durante 90 minutos. En realidad, eso es lo de menos. Hay que ser consciente de que tu imagen está proyectada constantemente como ejemplo, para bien o para mal. La capitana es la persona encargada de unir, escuchar y ayudar. Aunque se dice fácil, no siempre lo es. Creo que además de verlo como una responsabilidad, también es importante considerarlo como una oportunidad de aprendizaje. Porque sin ninguna duda, la persona que ejerce de capitán es la más enriquecida, porque no deja de ser un aprendizaje y crecimiento constante.

Vivir el fútbol de manera más profesional, un salto cualitativo

Como equipo hemos dado un gran salto, desde hace año y medio, con la llegada de Gonzalo Arconada a nuestro vestuario. Un entrenador que hasta el momento solo había entrenado en el fútbol masculino, pero que venía de la élite, habiendo entrenado a clubes de Primera y Segunda División, entre otros. Esto nos dio un enfoque diferente, un salto de nivel. Nos permitió ver el fútbol desde un punto de vista más profesional. Nos ha aportado mayor intensidad en los entrenamientos, exigencia y concentración. Ha hecho mucho hincapié en que cuidemos nuestra forma de actuar. Además, también nos ha trasmitido la importancia de responsabilizarnos en cuanto a la imagen que mostramos de cara a los demás.  

Empezamos a ser referentes, y asimilarlo es un trabajo en el que Gonzalo ha profundizado mucho en este último año. Nos ha dado herramientas para comprender que la actitud y la imagen que mostramos cada día muestra también el compromiso que tenemos hacia nuestra profesión y, más importante si cabe, hacia nosotras mismas. Y eso, es algo que necesitábamos. La exigencia hacia todos en este tiempo ha sido mayor y eso nos ha hecho mejores.

Crecimiento del fútbol femenino

No se puede negar que el crecimiento que ha tenido el fútbol femenino con la entrada de televisiones, patrocinadores, la mayor inversión de los clubes… en estos últimos años está siendo brutal. Pero es igualmente innegable que todavía queda mucho camino por recorrer y muchas barreras que derribar. Vamos dando pasos hacia delante poco a poco, y creo que una de las claves está siendo que lo estamos haciendo de la mano, sabiendo que tenemos un objetivo común y beneficio colectivo. A la vista están las constantes muestras de cariño entre clubes y jugadoras rivales tras la consecución de logros importantes. Y esto, espero, que sea uno de los valores que no perdamos nunca.

Luchar por los propios sueños

A todas aquellas niñas y niños que comienzan su andadura, si les gusta y les entusiasma lo que hacen, les diría que luchen por sus sueños. Que se marquen objetivos, que tengan bien claro el foco al que mirar y lo persigan con los ojos cerrados. Que disfruten del camino y que aprendan de los obstáculos que se van a encontrar en él. Les hará crecer, reflexionar y madurar. Les hará mejores. Aquellos que se tomen los obstáculos como una forma de aprendizaje estarán cerca del verdadero crecimiento. Quisiera trasmitirles que todo esfuerzo merecerá la pena, que todo en esta vida sirve para aprender y que de todo lo vivido y sentido podemos sacar conclusiones positivas.

 

Nahikari García

Nahikari García

Nahikari García Pérez (1997, Urnieta, Guipuzcoa, Euskadi) es una futbolista que juega como delantera en la Real Sociedad y en la Selección Española. Es una persona inquieta, humilde, comprometida con aprender y mejorar cada día como deportista y como persona, competitiva, ambiciosa, de valores innegociables, comprometida con su club, su equipo, sus compañeras, su cultura…