La Preparación Psicológica Directa hacia la Competencia

Francisco Enrique García Ucha
Saber competir
La Preparación Psicológica Directa hacia la Competencia

por el Dr. Francisco Enrique García Ucha y la Dra. Regina Brandão

Históricamente, la práctica de la Psicología del Deporte se reducía a diagnosticar a los atletas para comunicar resultados a los entrenadores que sirvieran para orientar entrenamientos concretos. Pero, de hecho, la intervención psicológica siguió siendo prerrogativa exclusiva del entrenador. En esta concepción, el espacio para la profesionalización del psicólogo y para las intervenciones se reducía, básicamente, a la investigación y al psicodiagnostico de las características de tipo psicofisiológico, tales como el tiempo de reacción simple y complejo, la percepción de profundidad, el tiempo o kinestésico, la capacidad de anticipación, etc.

La formación de los entrenadores consideraba que la intervención psicológica solo podía llevarse a cabo a través de los medios de formación y apoyo emocional, la estructura de los grupos, el conocimiento del liderazgo y la comunicación, entre otros aspectos psicológicos como recursos de segundo orden. Obviamente, la investigación, el psicodiagnóstico y el uso de medios de entrenamiento para la preparación psicológica son indispensables. El punto no es negar estos aspectos, sino resaltar su unilateralidad.

Con el tiempo, los psicólogos del deporte empezaron a emplear la enseñanza de habilidades mentales como la relajación, el control de la respiración y la atención, la imaginación, la práctica mental, etc. Pero, desde nuestro punto de vista, este tipo de trabajos acabaron conduciendo a la separación de la preparación psicológica y la formación deportiva como si fueran dos realidades distintas y a la presencia del psicólogo y del entrenador como dos figuras responsables de aspectos separables, cuando en realidad, se trata de un solo proceso. Esto, en muchas ocasiones, puede dar lugar a un doble papel de autoridad, perjudicial para el rendimiento deportivo.

Siempre que reflexionamos sobre este tema, parece conveniente definir qué debe hacer el psicólogo del deporte. Para ello, establecimos dos niveles de conceptualización diferentes. Uno que llamamos Modelo de Práctica Profesional y otro que serían las tareas que derivan de la primera conceptualización de orden superior.

El Modelo de Práctica Profesional del Psicólogo Deportivo

El Modelo de Práctica Profesional del Psicólogo Deportivo debe tener un carácter integral y contar con los siguientes elementos:

  1. La Psicología del Deporte es parte integral de la actividad deportiva

En este sentido, la profesión de Psicólogo Deportivo se ejerce sobre el propio deporte, que busca el rendimiento y es básicamente agonista. No importa el nivel de rendimiento o las limitaciones de los atletas, ni se deben dejar de lado los imperativos educativos y de salud. El profesional puede actuar, junto con un equipo multidisciplinar, sobre el deportista y el equipo y ayudar a hacer frente a los factores que tienen su origen en los árbitros, prensa, aficionados, directivos, etc.

  1. La labor de la Psicología del Deporte se subordina al proceso formativo

Esto quiere decir que la Psicología del Deporte, como cualquier otra área de actividad, está subordinada al entrenador jefe, principal coordinador de las tareas de entrenamiento para lograr el rendimiento deportivo. Otro aspecto importante es la “dosificación” del trabajo psicológico, teniendo en cuenta la secuencia de contenidos de los planes de entrenamiento y el momento competitivo.

  1. El rendimiento profesional depende básicamente de los problemas concretos que se presenten al deportista y al equipo

No se trata de abandonar las diferentes pautas metodológicas y teóricas, sino de utilizarlas para resolver los problemas concretos que se presentan en los siguientes ámbitos: ajuste emocional y volitivo, desarrollo técnico, desarrollo táctico y aspectos sociales del equipo deportivo. Entre estas últimas se encuentran las interrelaciones con la prensa, autoridades deportivas, aficionados, etc.

  1. Diversidad de niveles de funcionamiento psicológico

En el fenómeno deportivo se expresa la unidad de todos los niveles del psiquismo humano. En este sentido, debemos considerar no solo el nivel personológico sino también el nivel social y psicofisiológico.

  1. El proceso de psicodiagnóstico, intervención y control psicológico se desarrolla como parte del trabajo de campo

En los casos en que un equipo deportivo cuente con un psicólogo, éste deberá seguir de cerca el proceso de entrenamiento e interactuar dentro del mismo con los atletas y demás integrantes del equipo multidisciplinario. En cada interacción, con los atletas y el equipo multidisciplinario, el psicólogo debe mantener los objetivos de su trabajo. Así, podrás tener una cantidad relevante de información sobre las individualidades y el colectivo. El psicólogo puede utilizar todo tipo de medidas psicofisiológicas o personológicas, pero constantemente contextualizar estos resultados a partir de su interacción con deportistas y entrenadores.

  1. Diversidad de medios de preparación psicológica

Existen medios psicológicos específicos para ayudar en la preparación psicológica. Asumiendo la dinámica de las cargas físicas, el proceso de entrenamiento deportivo se divide en diferentes períodos: período preparatorio (pretemporada), mesociclo de preparación general, mesociclo de preparación especial, período competitivo y período de transición. Las exigencias psicológicas a la personalidad del deportista varían según cada época.

La preparación psicológica directa hacia la competencia

En este artículo, nos gustaría centrarnos más en la preparación para el período competitivo. La preparación psicológica directa a la competencia posee una singular importancia dentro de toda la preparación psicológica de un deportista porque está centrada en la actuación del psicólogo y del entrenador durante la competencia con el propósito de garantizar la predisposición psicológica del deportista, que es uno de los objetivos fundamentales de la preparación psicológica, junto al desarrollo de las capacidades psicológicas del deportista.

Las competencias deportivas constituyen el momento en el que se materializa el rendimiento, en ellas tienen lugar los resultados fruto de toda la preparación deportiva. Todas las competencias son estimulantes, trascendentes ya que están dirigidas a la verificación de la capacidad de rendimiento de los deportistas, únicas, son irrepetibles, así cada olimpiada o mundial es un hito histórico. Además, presentan condiciones complejas y alto valor social.

Se destacan también en las competencias el enfrentamiento con el contrario que siempre va a estar presente sea en deportes individuales o colectivos. Encima de todo esto la evaluación de los rendimientos están mediatizados por las decisiones y actuación de los árbitros, se efectúan bajo presión de tiempo y cantidad limitada de intentos, la imposibilidad de repetir el rendimiento o de subsanar los errores conllevan también la realización del trabajo bajo condiciones externas objetivas que pueden sufrir de variación con frecuencia, por ejemplo el clima,  tal como los cambios bruscos de la temperatura, la dirección e intensidad del aire, la gravedad y otros factores climáticos, cambios imprevistos en el horario de comienzo de la competencia y otras eventualidades, la realización del rendimiento tiene la presencia de espectadores, sean estos fanáticos o no y, en determinados casos, con la manifestación de costumbres desde el punto de vista cultural que son diferentes a las del deportista

Por todo ello, se manifiestan con mucho estrés y tienen un agudo requerimiento a la emocionalidad de los deportistas. Hay una exigencia cognitiva elevada, en muchos deportes la capacidad para pensar rápido es determinante para el éxito, el desarrollo de las habilidades tácticas, de las tomas de decisión y la capacidad para la realización de esfuerzos volitivos supremo durante el enfrentamiento directo con los adversarios. Es requerido también una intensa estabilidad emocional frente al trabajo del contrario, un comportamiento basado en la reflexión proactiva que persiga los mejores resultados en su interrelación con todos los componentes de la actividad deportiva. En este sentido, se resalta la complejidad de todo el tejido social formado por los contrarios, árbitros, espectadores, entrenadores compañeros de equipo y de la valoración de los resultados entre las personas que acompañan al deportista como los familiares y amigos íntimos, especialmente durante los estallidos emocionales de los espectadores.

La predisposición psicológica para las competencias se caracteriza por una firme confianza del deportista en sus propias fuerzas, por su decisión de luchar hasta el final del encuentro, de manera activa, apasionada y sin limitar sus esfuerzos, y para lograr el objetivo fijado. Además, de un elevado nivel de excitación emocional, con alto grado de firmeza ante las diversas influencias desfavorables, tanto exteriores como interiores, que pueden surgir en la competencia. Poseyendo asimismo la capacidad para orientar según sus deseos, sus acciones y sentimientos, toda su actuación, en las condiciones considerablemente cambiantes a veces imprevistas de la lucha deportiva y en la atmósfera altamente tensa de la competencia.

La competencia presenta tres momentos: antes, durante y final de esta, lo que da lugar a tres tipos de estados emocionales asociados: los precompetitivos; los competitivos y los post-competitivos. Los estados emocionales competitivos están vinculados a vivencias que surgen en el transcurso de los desafíos, relacionadas con la singularidad que puedan tener en cuanto a lo positivo o negativo. Estos estados siempre se expresan de una manera u otra en las más diversas competencias Sus características más significativas son: la satisfacción, la insatisfacción, el miedo y la tensión psicológica; estos estados dependen en gran parte de los resultados obtenidos, el fracaso o el éxito y su trascendencia para el deportista.

Los momentos previos de la competencia brindan una enorme oportunidad para la actuación del psicólogo y del entrenador con el propósito de garantizar la actuación del deportista. En otros momentos de la competencia el papel del entrenador es limitado cuando ya la competencia ha comenzado, solo algunas acciones pueden ser llevadas a cabo durante la competencia como consecuencia que son permitidas por los reglamentos.

En realidad, el momento de la competencia está muy limitada la posibilidad de influir sobre el equipo. También, posterior a la competencia el psicólogo y el entrenador encuentran un espacio para la reflexión con los deportistas, aunque en ocasiones se pierden algunas de las vivencias de mayor intensidad que tuvieron lugar durante la competencia ya que el resultado final puede distorsionar los recuerdos de los diferentes estados de ánimo y emocionales que tuvieron lugar en durante la competencia,

Un conjunto de observaciones previas a las competencias mostró que es común que al inicio de estas aparezcan un conjunto de fenómenos emocionales en los deportistas con sus propias consecuencias. La Emoción es un estado complejo del organismo representado por una excitación o perturbación que predispone a la acción. Las emociones se generan como respuestas a un acontecimiento externo o interno. Un mismo objeto puede generar emociones diferentes en distintas personas, dando lugar a variaciones en las funciones neurovegetativas y hasta metabólicas del organismo generadas como resultado de las reacciones emocionales así (aumento de la frecuencia cardiaca, mayor frecuencia de la respiración, elevación del metabolismo y de la ventilación pulmonar, aumento del consumo de oxígeno, cambios en la actividad del sistema nervioso, variación de los niveles de la sensibilidad de los analizadores, etc.).

El estudio de estas reacciones previas a la competencia colocaron en el centro de toda la investigación como los mecanismo de anticipación al reto de la competencia es causante del surgimiento de estas emociones, por lo que esta forma de reacción se denominaron estados de pre arranque y permitieron considerarlos como una complicada reacción a la acción de los estímulos exteriores e interiores que constituyen las señales de la próxima actividad, y advertir que el estado de pre arranque se establece en definitiva como una reacción de adaptación al trabajo que se va a realizar al comenzar la competencia. Este fenómeno anticipatorio viene a facilitar a los entrenadores la posibilidad de intervenir y garantizar las condiciones óptimas para el desenvolvimiento de los deportistas antes de las exigencias de la actividad deportiva.

Hay tres formas principales de manifestación del pre-arranque: la primera forma se caracteriza por el nivel óptimo de todos los procesos psicológicos. Sus síntomas psicológicos son: la tensión vivenciada, la creciente impaciencia por comenzar las acciones, la fácil excitación, las ideas acerca de las acciones a realizar o del futuro combate el ritmo al desarrollar las acciones, la actuación desde el punto de interés en la aplicación de la táctica, la preocupación por el empleo de los esfuerzos y por la máxima predisposición para el comienzo de la competencia. La segunda forma del pre-arranque se caracteriza por un amplio centelleo y un alto grado de intensidad del proceso de excitación en el sistema nervioso, por los cambios neurovegetativos (aumento de la frecuencia cardiaca, y respiratoria, la sudoración, el temblor de las extremidades, que a veces se extiende a todo el cuerpo, un brusco incremento de la diuresis, y otras manifestaciones que pueden ser identificadas por la valoración de indicadores endocrinos,). Los síntomas psicológicos en estos estados de pre-arranque son: la agitación, que alcanza el grado elevado de excitación, el nerviosismo, el estado de ánimo variable (desde una gran alegría hasta derramar lágrimas), fallos de la memoria, la falta de concentración y estabilidad de la atención, la inquietud injustificada, y otras manifestaciones. La tercera forma se caracteriza por el predominio en la corteza cerebral del proceso de inhibición, del surgimiento de una inhibición protectora al máximo. Las reacciones externas típicas son la poca movilidad y el bostezo y los síntomas psicológicos son: la indolencia, la flojedad, la apatía, la falta de deseo de participar en las competiciones, el mal humor y la somnolencia. El matiz psicofisiológico de la descripción de cada una de estas formas expresivas del pre-arranque es evidente y partiendo de las características de la manifestación de cada una de las formas descritas del estado de pre-arranque, Puni (considerado uno de los padres de la psicología del deporte rusa) denominó a la primera “estado de preparación combativa”; a la segunda, “febrilidad del arranque”, y a la tercera, “apatía del arranque”.

Otros psicólogos del deporte rusos nos hablan de una cuarta variedad de estos estados que fueron nombrados como “Indiferencia de Salida” por Gorbunov o como de “Optimismo infundado” por Rudik. Los rasgos que mejor distinguen a esta variante son la subestimación, por parte del deportista, de las exigencias de la tarea y la sobrevaloración de las potencialidades propias, en comparación con el resto de los competidores. El funcionamiento de los procesos psíquicos que está determinado por los procesos cognitivos y afectivos puede dar lugar a que el deportista considere que la competencia no conlleva un gran esfuerzo. En este estado se disfruta de sensaciones agradables, ya que la probabilidad de la victoria se percibe en un alto por ciento, lo cual impide que el deportista se movilice debidamente. Por esta razón, aunque parezca que goza de un óptimo nivel de disposición en realidad no es así.

Un detalle de interés es que los estados de pre-arranque, por lo general no se expresan en sus variantes más típicas, es decir lo más común es que los deportistas exhiban en su comportamiento atributos de más de una de las modalidades referidas, prevaleciendo, por norma, los rasgos de una de ellas. En suma, todo estado de pre-arranque ejerce determinada influencia en la actividad del deportista durante la competición y en el resultado alcanzado por él.

Sin embargo, con frecuencia, estos estados de pre-arranque pueden desaparecer al comienzo de la competencia dando lugar a que ocurra un reordenamiento de las configuraciones psicológicas de la personalidad y enfrentamiento adecuadamente los retos de la competencia, las cuales pueden ser modificadas entre otras cuestiones por el desenvolvimiento de la competencia.

De igual forma, a menudo los estados de pre-arranque pueden desbordar la capacidad de regulación emocional del deportista al comenzar la competencia y afectar el estado psicológicos que tiene lugar durante la competencia, estando caracterizado por reacciones emocionales adversas de elevado carácter negativo produciendo deterioro de la conducta, de los procesos cognitivos y afectivos, de la disposición a rendir, el grado de aspiración en la competencia y otras manifestaciones trascendentes de la personalidad lo que va causar el descenso en los resultados, es como que el deportista arrastra lo negativo de su estado de pre-arranque a la competencia. Del mismo modo suelen dar lugar al “Choque” psicológico con una caída brusca del potencial de rendimiento del deportista.

La experiencia en estos fenómenos nos demuestra que cuando el deportista modifica su estado de pre-arranque estable y lo varía por otro se corre el peligro que pase lo señalado. Conocemos tras diversas observaciones del comportamiento del deportista y por las valoraciones que se realizan acerca del pre-arranque un deportista que siempre aparece como apático llega a la competencia como febril, debemos de considerar esta diferencia como un posible signo de que al comenzar la competencia no va desaparecer su pre-arranque y llevara los síntomas alterados de su estado a la competencia conllevando posible errores y deficiencias en su actuación. Así, hay que conocer y valorar las variaciones en el comportamiento de los deportistas que pueden ser observadas y valoradas por el psicólogo y el entrenador y ante estas circunstancias realizar algún tipo de intervención que garantice un estado emocional adecuado para el deportista.

Los investigadores de los estados de pre-arranque introducen un nuevo tema: la posible relación de causa efecto entre actitud y emoción.  Con ello se preguntan ¿El pre-arranque es un estado psicológico, personológico o psicofisiológico? ¿El pre-arranque es causa o efecto de otros procesos más complejos de la personalidad del deportista? En la práctica, ¿sirve el pre-arranque para sugerir acciones a los entrenadores o para hacer alguna intervención psicológica para con los deportistas?

Es necesario destacar que otro grupo de investigadores pusieron su atención sobre los fenómenos que marcan el pre-arranque empleando otros enfoques metodológicos sobre el mismo así por ejemplo Martens emplea la categoría ansiedad pre-competitiva para referirse al pre-arranque.  Las investigaciones identifican como los estados de pre-arranque influyen en la capacidad de pensar, en la toma de decisiones y en la focalización de la fuerza por lo que se considera que es uno de los elementos que más influyen en el rendimiento deportivo y que requiere de su regulación y control.

Hay un abanico de métodos para evaluar el estado de pre-arranque. Consideremos que todos los métodos de investigación en Psicología del Deporte pueden ser aplicados: entre los que destaca la observación, la entrevista, los tests psicológicos, las pruebas de laboratorio experimental y de terreno y el análisis del fruto de los resultados del deportista en los entrenamientos y competencias. Es importante considerar al elegir el método de evaluación, que los momentos previos a la competencia tiene un carácter de especial significado para el deportista y el entrenador.

En el mejor de los casos, nos encontramos en una situación crucial donde la subjetividad de los participantes está sometida a unas condiciones extrema.  Como consecuencia es necesario contar con suficientes datos previos del deportista que fueran obtenidos en circunstancia diferentes al inicio de la competencia. Por todas estas condiciones hacen que las tareas de los psicólogos requieran de una destacada profesionalidad para no interrumpir, ni dañar la atmósfera reinante antes de la competencia, ni ocasionar tensiones extras que pueden resultar contraproducentes a la valoración del deportista.

La información acerca del deportista debe considerar las propias manifestaciones de las emociones que se representan por medio de las vivencias del deportista, sus respuestas psicofisiológicas, la orientación e intensidad del comportamiento, el posible deterioro o exaltación de los procesos cognitivos y la aparición de motivos dirigidos a modificar las emociones negativas y que lo impulsaran a transformar las emociones.

Lo anteriormente planteado nos permite en cada caso seleccionar los instrumentos que resulten más eficaces en la obtención de una evaluación del estado de pre-arranque. Así, insistimos que para que la valoración del estado de pre-arranque sea lo más objetivo y confiable posible el psicólogo debe tener los valores de las variables a evaluar en condiciones que no sean de las condiciones previas a la competencia y poder comparar las variaciones con esas valoraciones previas.

Continuando la indagación de las características de los estados de pre-arranque se han realizado en los últimos años numerosas investigaciones. Se puede observar que hay un gran fraccionamiento en los temas investigados a tenor de las técnicas de evaluación seleccionadas, la selección de las muestras señalados durante la exposición, pero todos señalan la importancia de la regulación de los estados de pre-arranque a la autoconfianza de los deportistas. Ese tema nos convoca hace un llamado al análisis de las intervenciones psicológicas que permitan regular los estados emocionales de pre-arranque previo a las competencias. Las intervenciones psicológicas tienen el propósito de que el deportista adquiera y desarrolle habilidades psicológicas para enfrentar el estrés en competencias y entrenamiento, modificar sus debilidades, garantizar sus fortalezas, colaborar en el desarrollo de sus premisas de rendimiento y con ello perfeccione sus capacidades en el deporte.

Dr. Francisco Enrique García Ucha

Profesor Titular UCCFD “Manuel Fajardo”, Cuba

Investigador Titular Emérito Academia de Ciencias de Cuba.

Vicepresidente de SOLCPAD

Dra. Regina Brandão

Profesora del Programa de posgrado en Educación Física, USJT, Brasil

Coordinadora del GEPPE (Grupo de Estudios en Psicología del Deporte y del Ejercicio)

Vicepresidente de la SIPD

Francisco Enrique García Ucha

Francisco Enrique García Ucha

Doctor en Ciencias Psicológicas. Investigador Titular Emérito de la Academia de Ciencias de Cuba. Profesor Titular de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”. Miembro del Consejo Técnico Asesor del INDER. Miembro del Consejo Científico de la UCCFD “Manuel Fajardo”. Miembro del Tribunal Otorgamiento de la Categoría Científica del INDER. Tribunal Otorgamiento de la Categoría Docente de Titular y Auxiliar UCCFD “Manuel Fajardo”, Miembro del Comité Académico de la Maestría de Psicología del Deporte, Miembro del Comité Académico de la Maestría de Actividad Física Terapéutica. Jefe del Programa Nacional Deporte y Desarrollo Humano desde 2015 a 2020. Miembro de la red de investigaciones sociales de la juventud. Centro de Estudio de la UJC. Miembro del Claustro del Comité Doctoral del Programa Doctoral Tutelar en Ciencias de la Cultura Física. Miembro del Consejo Editor, de la Revista de Psicología Aplicada al Deporte y el Ejercicio Físico desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Miembro de Sección de Psicología del Deporte de la Sociedad Cubana de Psicología, Vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Psicología del Deporte. Miembros de la Junta Directiva de la Sección de Psicología del Deporte de la FIAP. Vicepresidente del Capítulo NeuroDeporte de la Sociedad de Neurociencia de Cuba. Premio de la Sociedad Cubana de Psicología por la Obra de la Vida. Premio Anual de la Ciencia, Tecnología, Innovación y Medio Ambiente “José Yáñez Ordaz” Por la Obra de la Vida.