Ser inteligente, estar concentrado, dar equilibrio al equipo, llevar el peso del juego, dar ritmo o pausa al juego del equipo, tener personalidad ante el rival y jerarquía ante los compañeros… son características que se esperan de un centrocampista. Pero son aspectos que van más allá de cuestiones técnico-tácticas, son contenidos psicológicos.
Mediocentro: un puesto que requiere de “personalidad”
No es suficiente tener calidad y saber leer el juego para ser un buen centrocampista, especialmente un medio-centro. Se necesitan otras cualidades añadidas que tienen que ver con competencias emocionales específicas que dan valor al talento deportivo.
Los entrenadores saben perfectamente a lo que me refiero. Dicen “tiene enormes cualidades, pero no le cuesta llevar el peso del equipo”. Podríamos identificar qué competencias emocionales requiere un centrocampista y así entrenarlas a la vez que se trabajan contenidos técnico-tácticos.
Ser Medio Centro: ¿qué competencias emocionales necesita un centrocampista?
- CONCENTRACIÓN
El fútbol evoluciona hacia una exigencia muy elevada de concentración. En el trabajo defensivo y en la iniciación del juego es clave la concentración, poner el foco atencional en el juego, leer el juego y que las decisiones fluyan, surjan de forma espontánea, como consecuencia de una actitud inteligente y concentrada, relacionadas siempre con el plan de juego establecido. Debe ser una concentración casi de jugador de ajedrez, centrada en la tarea, en ver cómo evoluciona el juego, cómo se mueven rivales y compañeros, qué espacios abrir o cerrar, vivir el juego con los cinco sentidos, leer y resolver, sin pensar, olvidándose de todo lo ajeno a la tarea hasta de si mismo, de hacerlo bien, de no fallar… - DISCIPLINA, ORDEN
El medio-centro es una referencia clave en el trabajo colectivo de un equipo pues da equilibrio al juego desde su trabajo ordenado sobre el terreno de juego. El desorden, salirse de su zona de trabajo, desordena al equipo, crea espacios en los que el equipo es vulnerable o ineficaz. La creatividad debe surgir desde el orden, ya que el desorden del medio-centro desordena al equipo, le desconecta en defensa y en ataque. Frente a lo que muchas veces se piensa, el centrocampista debe apoyar su trabajo en el orden y el rigor colectivo. - COMUNICACIÓN
Hablar y dirigir continuamente a los compañeros más próximos es una función del medio-centro. Fundamentalmente debe hacerlo con el otro medio-centro para equilibrarse, complementarse y no abandonar ambos la posición a la vez. Hablar, comunicar, dirigir al compañero debe ser una tarea más del centrocampista y no puede quedar a merced del carácter o personalidad. “Es que no habla, es callado”, dicen los entrenadores. No es posible que un medio-centro no hable o interactúe con los compañeros. Tienen la misma importancia un movimiento que da equilibrio como hablar al compañero, y de la misma forma que se trabajan, se automatizan y se exigen los movimientos tácticos debe hacerse con hablar, con la comunicación. - DECIDIR RÁPIDO (FLOW)
Jugar a uno o dos toques es clave en el trabajo del medio-centro y exige, no solo una gran concentración, sino también decidir antes del control. La concentración máxima permite, además de leer el juego, decidir con rapidez, hacerlo sin pensar, ver y hacer, leer y resolver, decidir inteligente sin dudar. - AUTOCONFIANZA
Decidir rápido, antes del control, requiere también de autoconfianza, saber que domina su trabajo, que lo tiene muy claro, está muy entrenado y es capaz de hacerlo muy bien, incluso ante la máxima exigencia o dificultad. Necesita sentir que tiene cualidades o nivel para hacer ese trabajo tan exigente, que está preparado para imponer su trabajo al rival sobre el terreno de juego. - INTELIGENCIA TÁCTICA
Ver espacios, abrir líneas de pase, superar líneas, cerrar espacios, cerrar líneas de pase, gestionar los espacios de forma eficaz da sentido y calidad al trabajo del medio-centro. Ello requiere una actitud inteligente, jugar de forma inteligente, mucho más con la cabeza que con el corazón. - COMPLICIDAD
Requiere máxima complicidad en la tarea con los compañeros, como hablarse, apoyarse, animarse, corregirse, juntarse, asociarse, combinar, cubrirse, permutar… Esa complicidad forma parte de la tarea y es tan importante como el trabajo técnico-táctico. Requiere una especial complicidad con el otro medio-centro, entre ambos hacen posible dar equilibrio al equipo desde el pasillo central. - RESILIENCIA
El error forma parte del trabajo del medio-centro, como del resto de compañeros del equipo. Perder el balón en una zona peligrosa es una posibilidad que a veces se produce. Esa pérdida de balón suele ser muy visible y puede conllevar una ocasión de gol para el rival. Convivir con la posibilidad del error ayuda a jugar con mayor confianza, sin temor a fallar. También necesita gestionar el error de forma eficaz cuando se produce, para seguir trabajando liberado del error, con confianza, decidiendo rápido, sin dudas, con atrevimiento. Más aún debe saber gestionar la frustración que genera el error y ver que las expectativas no se cumplen durante el partido. - GESTIÓN DE LA RESPONSABILIDAD O ESTRÉS
Llenarse de responsabilidad es un error habitual del medio-centro. No solo se exige jugar bien, hacer su mejor trabajo, sino que siente la responsabilidad de dar equilibrio, llevar el peso del equipo, hacer que el equipo juegue bien. Es un error que lleva al exceso de responsabilidad. La responsabilidad justa, idónea, aquella que no genera estrés, es tratar de hacer el mejor trabajo desde la especificidad del puesto, simplemente jugar bien, imponer el trabajo al rival en la zona (pasillo central). Otras expectativas como dar equilibrio, hacer que el equipo juegue bien, llevar el peso de equipo, ser un referente para los compañeros son las consecuencias que se precipitan haciendo un buen trabajo. No hay que llenarse la responsabilidad de obligaciones, sino simplemente hacer un buen trabajo. Lo demás se da por añadido, de forma asociada, como consecuencia. En cambio, estar pendiente de todo ello impide estar centrado en la tarea y hacer un buen trabajo por demasiada responsabilidad. - ESFUERZO-HUMILDAD
Correr, correr con sentido, correr para el compañero y el equipo, correr como un jugador humilde, darlo todo en esfuerzo es una característica del medio-centro. Sin esfuerzo no hay calidad en el trabajo, buscando el protagonismo o lucimiento personal se suele caer en desajustes, desorden, no jugar para el equipo. - CREATIVIDAD-DISFRUTE
Tener una buena visión de juego, ver y gestionar espacios de forma inteligente, lleva en defensa a cerrar espacios y en ataque a “inventar” espacios. El buen centrocampista genera juego, suelen ser creativo, imaginativo, con “talento”, gracias a su facilidad de ver y generar espacios, apoyados en una buena calidad técnica. El medio-centro juega con un doble estado de ánimo, activación-concentración sin balón y creatividad-disfrute con balón. Debe saber alternar ambos estados de ánimo, es como jugar con dos velocidades, intensidad para defender y pausa para iniciar el juego y jugar. - AUTOEXIGENCIA
Querer ser el mejor defendiendo, cerrando segundas jugadas o cubriendo el espacio por delante de los centrales, querer asistir a los compañeros cerca del área contraria, incluso definir, hacer un trabajo óptimo en el entorno de las dos áreas, atacar y defender bien, es un objetivo exigente que identifica a los mejores especialistas del centro del campo. - LIDERAZGO
Liderar desde la tarea, ser una referencia para los compañeros desde el trabajo colectivo, es una característica del medio-centro. Es como el faro que alumbra, un trabajo que tiene mucha presencia, muy visible, imprescindible para dar equilibrio y sentido al trabajo de todos al servicio del equipo.
¿Quién, cómo y dónde se entrenan la personalidad (competencias emocionales) del centrocampista?
Es el entrenador y los técnicos quienes deben enseñar las competencias emocionales en los jóvenes futbolistas asesorado por el psicólogo del deporte. No es suficiente limitarse al trabajo técnico-táctico y físico, a enseñar y dominar el juego, es necesario enseñar a sentir y vivir el juego desde cada posición. Sentir y vivir el juego es “ser” un especialista, un buen futbolista medio-centro. Lo enseñará desde una actitud educativa, de forma transversal, en los entrenamientos, los partidos y la convivencia diaria, hablando, explicando, convenciendo, reforzando comportamientos que se ajustan a este tipo de competencias y corrigiendo aquellos otros que se alejan de este perfil emocional.
Existe una creencia equivocada muy extendida en el contexto del fútbol. Consiste en pensar que el chico o chica tienen un talento especial para el puesto específico de centrocampista. Se piensa que ese talento es suficiente para desarrollarse como futbolista. Nada más alejado de la realidad. El talento es una predisposición que se desarrolla con esfuerzo, trabajo, entrenamientos y aprendizaje. Las competencias emocionales desarrollan el talento e incrementan su valor. Tener cualidades técnico-tácticas para ser un buen medio-centro no es lo mismo que aprender a “ser” medio-centro, es decir estar preparado para gestionar aquello que va más allá de las tareas técnico-tácticas específicas del puesto, tanto sobre el terreno de juego (partidos) como en la relación con los compañeros y cuerpo técnico (entrenamientos, convivencia…).
Hay que comprometer al chico/a en el aprendizaje y desarrollo de su propio talento, convencerle de que formarse a nivel emocional sostiene, da valor y ayuda a desarrollar su talento. “Ser” un auténtico medio-centro es un largo proceso de entrenamiento, un largo proceso de enseñanza-aprendizaje, en el que los protagonistas son el futbolista y el entrenador, educando y educador. El psicólogo del deporte acompaña, asesora y orienta en este largo proceso.