“Mi verdad no puede ser la misma que la tuya, cree en tu propia experiencia”.
El otro día escuchaba las declaraciones del entrenador del CD Benicarló, Roberto Llopis, tras conseguir el ascenso a 3ª División y decía: “he invertido mi salud, mi patrimonio, mi familia, mi pareja, mis amigos… por ser entrenador de fútbol. Es un primer paso para cumplir mi sueño…” y yo pensaba, ¡Bendita locura… el FÚTBOL!
Ese CAMINO, esa ilusión, esas cosas que dejamos a un lado, esos momentos que nos perdemos de nuestra gente…y nuestros también… Por eso me gusta DISFRUTAR, me gusta SENTIR lo que hago y siempre respondo lo mismo a la pregunta: ¿Qué crees que debe tener un entrenador para llegar?
¿Llegar a dónde?
No se trata de buscar una meta, se trata de disfrutar del CAMINO ayudando a la gente que nos acompaña, disfrutando de cada momento con ellos, de cada experiencia, de cada situación, de cada conversación, de nuestro propio crecimiento como personas y como profesionales… La vida es PASIÓN y esa pasión viviendo las cosas nos va a hacer que disfrutemos de lo que hacemos, en los buenos momentos y en los menos buenos. Esa pasión de la que hablamos es contagiosa, esa ilusión por el juego la hemos de trasladar a cada rincón del vestuario, para que con la energía de todos logremos generar el clima adecuado para empezar a dar los primeros pasos juntos y andar un largo recorrido.
Dentro de esta bendita locura que es el fútbol, la figura del ENTRENADOR como cabeza visible es la figura que “EMPUJA” en el día a día. No se puede olvidar que detrás de esa cabeza visible siempre hay mucha gente que trabaja (Cuerpo Técnico, CT) que son los motores del día a día, desde la sombra.
Definir la figura del entrenador siempre es complicado porque se trata de un personaje con tantas características que no pararíamos de nombrar términos para, ni aún así, poder acercarnos a dar con exactitud una definición de entrenador. Yo creo mucho en los grupos de trabajo interdisciplinares donde los conocimientos de unos y otros se retroalimenten y se potencien mutuamente. Aunque sin duda, para mí el primer factor en importancia es el personal: ese realmente multiplica. Ser trabajador, honesto, tener carácter, son atributos que se alejan del “saber de fútbol”, pero tienen tanta importancia para multiplicar ese “saber de fútbol” que me gusta priorizarlos, señalarlos en primer lugar, para que a partir de ahí todo pueda llegar a otro nivel: el PERFIL PERSONAL multiplica.
Por otro lado, cuando comenzamos el CAMINO, debemos tener claro ¿DÓNDE? y ¿CON QUIÉNES caminamos?, y eso nos ayudará a provocar el CÓMO caminamos.
La importancia de la creación de vínculos
En las primeras experiencias como entrenador, debemos ir perfilando las bases sobre las cuales nos vamos a apoyar para ir dando pasos, reflexionando a cada metro que avancemos. El Entrenador y su Cuerpo Técnico deben tener claro que cada jugador es UN PROYECTO, e interrogarse de forma constante ¿qué NECESITA?, ¿cómo puedo AYUDARLE? Es muy importante generar vínculos con el jugador, hacerle SENTIR lo que nosotros sentimos. Generar un VÍNCULO sobre el cual el chico pueda apoyarse y nos vea como una AYUDA en su DESARROLLO, un GUÍA que está presente en su día a día para hacerle crecer, para apoyarse, para confiar, para tantas cosas. Es necesario crear ese grado de confianza y complicidad que nos hará evolucionar a pasos agigantados a ambos. No podemos olvidar que nosotros y los jugadores nos ayudamos mutuamente en nuestro camino. El jugador con sus inquietudes y motivaciones nos hace crecer en nuestras exigencias como guías a la hora de implementar herramientas para su desarrollo y los consiguientes “planes de intervención y mejora”.
A nivel personal, en el inicio de un proyecto, me gusta observar mucho los primeros días para tener mis propias “SENSACIONES”, ver cómo actúan los chicos tanto dentro como fuera del campo (forma de hablar/expresarse, de juntarse con compañeros, de participar en las sesiones, de recoger el material…), eso nos va a dar las primeras pistas para comenzar a hacernos una idea de cómo son los chicos de forma individual y su comportamiento dentro del colectivo. A partir de ahí, tenemos una entrevista (dirigida) de forma individual, donde nos gusta conocerlos más profundamente, saber qué percepción de ellos mismos tienen, del grupo, del entorno, de las expectativas… Una de las preguntas que les lanzamos es cuáles creen que son sus 3 mejores características y qué 3 cosas han de mejorar. Establecemos un punto de partida importante, dado que empezamos a trazar los primeros bocetos de cada jugador como individuo.
Con toda esta información inicial, en GRUPOS formados por tantos individuos, normalmente 23 jugadores, cada uno de “diferentes madres y padres”, el entrenador debe aprender a gestionar todas las variables relacionadas con el trabajo, entrenamientos, partidos y convivencia, que se van a ir presentando en el día a día. Un grupo numeroso que busca mejorar, en que cada uno busca alcanzar su sueño, solo hay 11 jugadores que el día de partido juegan de inicio, mientras que otros 7 quedan en el banquillo y otros tantos sin convocar. Es decir, el día de competición la mitad de integrantes de la plantilla no va a jugar ni un minuto. Este es un dato importante para entender que la gestión del grupo va a marcar la diferencia, especialmente cuando aparezcan los malos momentos que solo se superan siendo un grupo fuerte y unido, donde el beneficio común está por encima del individual. Gestionar los egos en el trabajo diario, teniendo en cuenta a jugadores y toda la gente que trabaja con ellos el marco del equipo, añadidas las situaciones particulares de la vida diaria, en muchos momentos hemos de ser para ellos como un segundo padre. Es primordial ser sinceros en todo momento y transmitirles ese grado de confianza para que los chicos sean capaces de expresarnos lo que sienten, convencerles de que cada problema es una oportunidad para ser más fuerte. “En las adversidades sale a la luz la virtud” (Aristóteles).
Dar para extraer
Me gusta el término “FORMADOR” porque creo que es una de las tareas obligatorias ayudar a los chicos en su crecimiento, mas allá del ámbito deportivo, también para la vida cotidiana. Hoy en día los chicos están rodeados de muchos factores externos que poco o nada tienen que ver con la pureza del juego, con el balón, que es de lo que nos enamoramos todos cuando somos niños. Hemos de ayudarles a no perder la perspectiva. Muchas veces los jugadores están demasiado orientados a aspectos de éxito o ego personal, y me quedo con una reflexión del jugador internacional Clarence Seedorf, “he perdido mucho más de lo que he ganado, en el fútbol lo normal es perder, no todos pueden ganar siempre”. Esta es una de las claves del juego, la resiliencia, habilidad más que necesaria para perseguir el éxito y superar adversidades durante el camino. La educación del futbolista será muy importante, y esta va de la mano con su entorno, con lo que el futbolista escucha fuera del campo, no siempre vale “eres el mejor en todo”, y hoy en día están acostumbrados a escuchar demasiados mensajes de este tipo. El camino ha de ser un proceso cargado de éxitos, pero también hemos de entender que el éxito, en algunas ocasiones, no es solo lo que logras, sino lo que eres capaz de superar.
Estas capacidades personales van a ser diferenciales a la hora de confeccionar el grupo, de lograr cohesionarlo, son capacidades que multiplican, que sirven de espejo dentro del colectivo para que todo el mundo empiece a remar en la misma dirección, que no es otra que la del benefició común.
Adentrándonos en un plano más específico, me gusta decir que los entrenadores somos “provocadores de contextos de mejora”. Cada entrenamiento ha de ser entendido como una oportunidad de mejora, de provocar esas vivencias que ayuden al chico a interiorizar experiencias que le acerquen a comprender hacia donde focalizar su crecimiento, que le ayuden a desarrollar sus capacidades y a potenciar las virtudes de sus compañeros. El entrenamiento ha de ser bidireccional, es muy importante en el entrenador “DAR para EXTRAER”, en situaciones específicas donde confluyan 4 elementos: el balón, los compañeros, los adversarios y el espacio. A la hora de desarrollar el entrenamiento, nos gusta partir de preguntas básicas a la hora de establecer las tareas a desarrollar:
¿Por qué? – ¿Para qué? – ¿Dónde? (espacio) – ¿Cuándo? (tiempo) – ¿Cómo?
El jugador debe desarrollar las tareas y ser capaz de ir conociendo (descubrir) las respuestas a las situaciones (preguntas) que se presentan en cada tarea. A partir de ahí, como entrenador, me gusta conocer las sensaciones que el jugador está viviendo, preguntarles a ellos sobre las cosas que están pasando (esa información va a ser fundamental para nosotros). Ellos están dentro de las tareas, y viven en primera persona las situaciones que genera la tarea. Ese feedback es muy importante en el crecimiento del chico como en el nuestro propio (dar para extraer). Necesitamos que los chicos conozcan el por qué y el para qué de lo que proponemos y hacemos. Incluso durante las charlas de vídeo sobre rivales o preparación de partido, los chicos intervienen dando sus ideas y complementando con aportaciones en función de lo que han vivido durante la semana. Han de sentir en todo momento que el proceso es algo que les pertenece, esto generará en el grupo responsabilidad y fuertes vínculos entre sus integrantes, todo nace y acaba en ellos, todo es desde ellos, por y para ellos. El futbolista es el auténtico protagonista de su propio proceso de aprendizaje o crecimiento.
Entrenamiento y diálogo
Para desarrollar nuestro trabajo, creo que tenemos dos herramientas imprescindibles si queremos propiciar ese entorno de entrenamiento: la TAREA DE ENTRENAMIENTO y el DIÁLOGO. Una tarea por sí sola es difícil que llegue al nivel de entendimiento y vivencia que el jugador necesita para hacerla propia. Por eso es tan importante que nuestro diálogo esté basado en conceptos clave, en consonancia con la singularidad de esa tarea en concreto, para que todo se dirija en la misma dirección, siendo ese diálogo el estímulo diferencial, con un mensaje “CARGADO Y SENCILLO”. Este mensaje debe ser escuchado por el jugador mientras juega para focalizarse y reconocerse dentro de la tarea, la cual va encaminada a acercarlo a lo que la competición le va a exigir, que es realmente donde el jugador se va a sentir evaluado. Será clave que el jugador llegue a esa evaluación con sentimientos de confianza, habiéndole acercado a sentir y vivir ese contexto concreto durante las tareas de entrenamiento, que sea difícil encontrarse algo que desconozca, y si así pasa, que hayamos generado la proactividad necesaria para que pueda encontrar soluciones y respuestas autónomas y espontáneas a los nuevos problemas, los cuales son maravillosos y nos van a servir también de nuevas guías en el proceso de entrenamiento. Nunca va a ser un camino en línea recta, al contrario, las curvas están muy presentes, y hay que aprender a tomarlas.
Reflexión
Para finalizar me gustaría puntualizar que, algunas veces, durante muchas situaciones de entrenamiento y momentos muy concretos del día a día, el mejor mensaje que hay es el silencio. De ahí la capacidad del entrenador y el talento para reconocer cuando dar un mensaje y cuando no, el fútbol y la vida son tiempos y momentos, en el talento de cada uno está el reconocerlos. Con esto quiero decir que no existen recetas perfectas y planes de actuación infalibles, todo va a confluir con muchas situaciones concretas de ese tiempo y momento y habrá que exprimir al máximo nuestro talento para tratar de tomar las mejores decisiones posibles y que estas nos ayuden a superarnos.
Espero que está reflexión pueda servir de ayuda en algún proceso personal. Para mí, egoístamente, ha sido de gran satisfacción poder participar y preguntarme de nuevo muchas cuestiones, aflorando nuevas inquietudes después de escribir este texto.