¿Quién iba a decir a los deportistas que iban a tener que parar, primero, y luego entrenar o competir en unas condiciones un poco diferentes y menos atractivas? El mundo ha parado o ha bajado el ritmo en su actividad, el deporte también. Primero fue que los entrenamientos se adaptaron para hacerlos en casa, la competición se quedó en suspenso hasta que la situación pasase, la incertidumbre se abría sobre el futuro, sobre proyectos, citas, marcas, competiciones que figuraban en el calendario durante la temporada. Todo sigue en el aire. Entrenamientos en condiciones diferentes evitando el contagio, partidos que se aplazan o se compiten con bajas por Covid, estadios vacíos… No se sabe bien cuánto se pueda alargar, por lo menos unos meses más. ¿Cómo pueden afrontar los deportistas un período de pandemia que se está alargando y posiblemente seguirá alargándose?, ¿Qué supone a nivel emocional esta etapa de pandemia para los deportistas de máximo nivel?, ¿cómo pueden afrontar la cuarentena?
Cambios a nivel bioquímico, cambios en el estado de ánimo
El deportista es una persona acostumbrada a la actividad física, a un alto ritmo de entrenamientos diarios y competiciones periódicas. Son jóvenes, vitalistas, llenos de energía, acostumbrados a convivir con una buena dosis de cortisol y adrenalina, dinámicos, necesitan estar activos… De repente hubo que parar y encerrarse en casa. En el confinamiento se entrena en casa. El ritmo de entrenamiento disminuye mucho, el objetivo es mantener la actividad física y no perder excesivamente la forma.
La disminución brusca del ritmo de entrenamiento, encerrarse en casa veinticuatro horas y una vida más sedentaria provoca necesariamente pequeños cambios a nivel bioquímico, neurotransmisores y hormonas se ven alterados, con la consiguiente traducción a nivel anímico. Uno se siente diferente, no está mal pero tampoco bien, un tanto extraño. La manifestación puede ser muy diversa, más sensible a nivel emocional, por momentos un tanto irascible, demasiado activado, algo de bajón anímico. Además, puede que se perciban sensaciones extrañas a nivel muscular que no se tenían mientras se entrenaba y se competía.
No hay que alarmarse por ello. Es normal. Una buena ayuda es entender el momento, la situación, entenderse uno mismo, sin caer en peligrosas interpretaciones. Hay que aceptar esa labilidad emocional como normal. No es momento para sentirse feliz como si no pasara nada, es suficiente con mantenerse tranquilo, estar bien.
Sentir “mono” de entrenar
Entrenar diariamente genera una adherencia al entrenamiento, uno necesita entrenar. Sucede en cualquier deportista, en el de máximo nivel, en el “runner”, en aquel que haga actividad física o deporte cada día. Entrenar facilita que el organismo segregue endorfinas al flujo sanguíneo, contribuyendo a una sensación de disfrute y de tolerancia del esfuerzo, lo que adhiere a entrenar, llegando a hablar casi de una adicción al entrenamiento. El cuerpo y la mente piden entrenar, pero no es posible al ritmo habitual.
No dar satisfacción a esa apetencia o necesidad de entrenar puede generar emociones encontradas, sobre todo una activación elevada. Uno está “que se sube por las paredes”, se siente enjaulado dentro de casa.
Sentirse privilegiados
Mantener un estilo de vida saludable
Ser responsables y solidarios
Corresponsabilidad social, ser agradecidos con la sociedad
El deportista no puede considerar su éxito social como un mérito exclusivamente suyo. Algo tiene que ver en ello la aceptación que tiene el deporte en nuestra sociedad. De forma que considero que el deportista mantiene una deuda con la sociedad. Es tanto lo que la sociedad ha dado y sigue dando, directa o indirectamente, a los deportistas que éstos están obligados a corresponder, más aún en este momento.
La sociedad genera mucho dinero para el deporte, desde la asistencia directa a los partidos y competiciones, a través de los derechos audiovisuales, la publicidad, el merchandising… Pero no solo dinero, también el deportista recibe un enorme caudal de afecto, reconocimiento, prestigio, proyección, imagen… por parte de aficionados, seguidores y público en general. El deportista debe ser agradecido con la sociedad y devolverle un poco de lo mucho recibido.
Convivir con la incertidumbre
Sabíamos que vivíamos en una sociedad de cambios permanentes. Todo fluye, nada permanece. Nos enfrentamos a continuos cambios de todo tipo: tecnológicos, laborales, sociales, culturales… Debíamos estar preparados para convivir con los cambios. Los deportistas están acostumbrados a convivir con una buena dosis de incertidumbre en cuanto a resultados, contratos, duración de los proyectos, lesiones…
Pero la crisis sanitaria ha generado una situación nueva, diferente, desconocida para la sociedad del siglo XX y XXI. El coronavirus Covid-19 ha llegado y ha roto nuestra seguida diaria, la salud de muchos y hasta la vida de bastantes. No se sabe muy bien cómo se comporta el puñetero virus. Se está estudiando, pero parece correr más que los expertos y mucho más que los gestores políticos. ¿Cuándo va a terminar el confinamiento?, ¿cómo se irá recuperando la normalidad?, ¿afectará a la situación laboral?, ¿qué consecuencias tendrá sobre la economía de cada país?, ¿qué traducción tendrá sobre el deporte?… Estas preguntas aún no tienen una respuesta clara, la incertidumbre es muy grande.
Cualquier persona debe ser prudente respecto al futuro, también el deportista para quien la incertidumbre se abre mucho más de lo que está acostumbrado. Hay que convivir con este elevado margen de incertidumbre, son dudas que se irán resolviendo poco a poco. Lo que es seguro es que el deportista saldrá de la cuarentena y resolverá su panorama de futuro con más facilidad que otros muchos ciudadanos.
Mantenerse fuertes ante la dificultad
El deportista es resiliente, está entrenado para superar dificultades. La cuarentena exige del deportista algo para lo que está preparado. Sabe afrontar y superar las dificultades, sabe bien que no llegan necesariamente los mejores, sino aquellos que mejor superan las dificultades.
Por tanto, hay que apelar a algo que el deportista ya tiene y sabe hacer, ser fuerte y trabajar para superar la dificultad. El deportista sabe por propia experiencia que ante la dificultad no se puede ser feliz, se siente responsabilidad, pero hay que esforzarse, resistir, perseverar, ser paciente, creer, mantener la esperanza y seguir trabajando de forma eficaz.
Es precisamente lo que requiere la cuarentena por el coronavirus. No es momento para ser feliz, pero sí para mantenerse firme, tranquilo, paciente, ayudar, ser eficaz en lo que depende de cada uno y saber que se acabará superando esta situación.
Tolerar el esfuerzo, buscar la excelencia
En el deporte el esfuerzo es un valor, así como querer mejorar, buscar la excelencia, buscar y superar los propios límites. El deportista trabaja cada día para subir su nivel y, cuando lo consigue, seguir trabajando para volverlo a subir. Esforzarse, seguir esforzándose, tolerar bien el esfuerzo, vincular el esfuerzo con satisfacción y disfrute, es una actitud propia de los deportistas.
Esta actitud es transferible a la cuarentena. ¿Es fácil? No. ¿Requiere de un poco de esfuerzo? Sí. ¿Somos capaces de poner el esfuerzo que requiere aguantar la cuarentena? ¡Por supuesto! ¿Hasta cuándo podemos aguantar? Mucho más de lo que suponemos o imaginamos.
Confiar en el poder de adaptación
El deportista está acostumbrado a convivir con la máxima exigencia, a darle respuesta, gestionarla, adaptarse, lo que le ayuda a elevar su nivel físico, técnico y competitivo. La exigencia genera tensión, una tensión que moviliza el esfuerzo y el trabajo y que multiplica la motivación.
Si les hubieran dicho a los deportistas que iban a estar meses confinados, sin salir de casa, hubieran dicho que no era posible, que no se sentían capaces, que no iban a aguantar tanto. Pues ahí están, ahí estamos todos aguantando una etapa que se alarga de pandemia. ¿Estamos bien? No es momento de hacerse preguntas de este tipo, estamos, aguantamos, resistimos, es momento de resistir.
El poder de adaptación es rápido y mucho mayor de lo imaginado. Las personas no somos capaces de imaginar cuánto podemos soportar hasta que lo hacemos. Esta es una buena actitud en este momento, ¡claro que aguantaremos!
Mantener la esperanza en alcanzar la meta
El deportista también sabe por experiencia que debe creer siempre, no solo cuando el resultado es favorable. Lo meritorio es creer siempre, especialmente cuando la situación se pone difícil o ante un rival poderoso. Hay que creer en el compañero, en el equipo, en el trabajo preparado y tener plena seguridad en poder superar al rival.
El deportista no se engaña con grandes objetivos: puede ser ambicioso, pero se centra en el trabajo diario, sabe que alcanzar la meta es la consecuencia de un buen trabajo. Pone el foco, es decir la atención y el esfuerzo, en la tarea diaria, en hacerla lo mejor posible, en avanzar paso a paso. Sabe que alcanzar la meta es la consecuencia del trabajo bien hecho, de forma que la auténtica meta es el andar camino. Día a día, mejor que partido a partido, centrado en el proceso, mejor que en el resultado. Ahora toca estar centrado en cada día.
Puede ser que el rival te someta durante fases del partido por calidad y juego. Hay que saber sufrir, mantener la tranquilidad, trabajar, seguir siendo equipo, no perder el orden y saber que se le puede dar la vuelta a la situación.
No me gusta la expresión de “ganar al virus” cuando las víctimas se multiplican un día tras otro. El virus nos ha dado un buen revés, estamos jugando en inferioridad, pero sabemos que hay que competir hasta el final del partido, aun con bajas, con la fe en lograr el objetivo.
Competir en equipo
El deportista sabe mejor que nadie que el egoísmo no gana partidos, que solo se consiguen títulos siendo un auténtico equipo, trabajando en equipo. El egoísmo regala acciones aparentes, sin eficacia, que rompen el orden y desamparan al equipo haciéndolo más vulnerable.
No conozco un equipo que sea competitivo en el que los defensas estén enfrentados a los jugadores de ataque, y estos con los defensas. Atrás defienden mal, arriba no generan ocasiones, es síntoma de equipo dividido y poco competitivo. Nada más alejado de la idea y funcionamiento de un auténtico equipo.
Cuando la presión tras pérdida se hace con lentitud y no la hacen todos, el rival encuentra espacios para avanzar con rapidez y sorprender. Entonces hay que hacer repliegue, estar ordenados, estar muy juntos y ser solidarios para no regalar espacios y cerrar líneas de pase al rival. Solo en equipo se puede superar a un rival poderoso.
El fútbol es una metáfora de la vida. Parece que los deportistas y la ciudadanía lo tienen muy claro: la respuesta está siendo colectiva y solidaria. El virus inició mejor el partido, tomó la iniciativa, corrió rápido, se adelantó en el marcador, no habíamos preparado bien el partido, hubo exceso de confianza, no se respetó el potencial del rival, hubo soberbia. Reaccionamos con el marcador en contra y jugando en inferioridad. Espero que se aprenda esta lección, la necesidad de ser y jugar en equipo, respetar al rival, preparar el partido, competir desde el minuto uno…
El deportista es fuerte y está preparado, no hay duda de que superará esta etapa, recuperará la normalidad, volverá a entrenar y a competir. Quizás su futuro dibuje un panorama algo diferente, no exactamente como el de antes de la cuarentena, pero seguirá siendo ilusionante. Entonces será clave mirar al futuro y no mirar atrás. La cuarentena posiblemente marque un antes y un después.
Este artículo corresponde a la serie de artículos que se han redactado durante el confinamiento por el COVID-19.
Artículos publicados:
- Cómo puedes mantener el bienestar emocional en tiempos de Coronavirus
- Cómo sobrellevar la cuarentena con niños
- ¿Ser positivo? Mejor SER EFICAZ ante la crisis del coronavirus
- Pizarras y pupitres vacíos por coronavirus
- La cuarentena de los deportistas
- Liderazo en tiempo de crisis
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