Competencias emocionales del entrenador: aprender a ser entrenador

José Carrascosa
Competencias emocionales del entrenador: aprender a ser entrenador

Entrenar es mucho más que saber o entender de fútbol, mucho más que implementar una filosofía de juego, programar entrenamientos, realizar la convocatoria, elegir a los once titulares, introducir cambios durante el partido, analizar al rival, preparar y dirigir el partido desde el banquillo… Siento un gran respeto por el trabajo del entrenador pues aglutina múltiples facetas, a cuál de ellas más diferente. Muchas de esas facetas van más allá del fútbol y tienen que ver con saber gestionar situaciones de interacción con otras personas, es decir, con la gestión emocional.

Credibilidad o “autoridad” del entrenador

Se sabe que la valoración que hacen los jugadores de su entrenador depende fundamentalmente de dos aspectos: 1) ser reconocido como un auténtico experto en fútbol, que sabe o conoce el juego en profundidad y ayuda al desarrollo del futbolista; y 2) ser percibido como “justo” en las tomas de decisión relativas a la dirección del equipo.

Una percepción positiva en ambos aspectos por parte de una mayoría de jugadores de un equipo otorga credibilidad al entrenador. Credibilidad es autoridad moral. En la sociedad actual no se puede confundir autoridad y autoritarismo. El entrenador tiene poder, el inherente a su rol y a las decisiones que le competen. La autoridad se la ha de ganar ante sus jugadores haciéndose acreedor a ella, se la gana desde lo que sus jugadores perciben como óptima gestión en la dirección del equipo.

Así pues, la credibilidad o autoridad del entrenador tiene una relación directa con competencias emocionales, con la gestión eficaz de emociones propias y ajenas. Ser reconocido como un “experto” en fútbol tiene mucho que ver con cómo transmite o enseña lo que sabe de fútbol, con una aptitud pedagógica; saber mucho no tiene porqué ir asociado a enseñar bien. Ser percibido como una “persona justa” en las tomas de decisión requiere de valores, empatía, gestión de emociones individuales y colectivas…

¿Qué son las competencias emocionales?

Competencia es un concepto que proviene de la educación. Competencias son recursos, soluciones, herramientas, gestión eficaz de situaciones concretas. El SABER (conceptos y conocimientos) y SABER HACER (destrezas, procedimientos, acciones) se revelan del todo insuficientes. Necesitan ir acompañados de QUERER HACER (ilusión, entusiasmo, pasión, motivación), PODER HACER (implementar, gestionar, resolver, superar dificultades, gestionar la exigencia, gestionar la frustración…) y SABER SER y ESTAR (valores personales, madurez personal, inteligencia emocional…).

No hay que confundir las competencias con “capacidades” y “habilidades”. Se puede ser tan habilidoso como inútil a la hora de expresar dichas habilidades en determinadas situaciones. Las competencias otorgan efectividad, eficacia, son herramientas que resuelven, dibujan una inteligencia resolutiva. Las competencias incorporan la dimensión actitudinal, querer, poder y conducirse desde una ética personal (valores). Las competencias dan fiabilidad a las capacidades, conocimiento y habilidades, dan fiabilidad a la formación.

Se dice que un futbolista tiene talento cuando dispone de buena calidad técnica y buena inteligencia táctica. Este talento puede resultar incompetente, poco resolutivo, poco eficaz, si no se apoya en una óptima condición física y unas buenas competencias emocionales. Si el talento solo se expresa en circunstancias favorables aparecerá solo de vez en cuando. Si no se expresa en partidos difíciles, cuando falta motivación, tras errores sucesivos, cuando hay críticas, tras ser corregido… será un talento poco resolutivo, poco competente y en consecuencia poco competitivo.

El entrenador ha de conocer y dominar el juego en profundidad, diseñar tareas de entrenamiento, ser un auténtico experto en fútbol. Pero ello no es suficiente: estar formado no implica a la vez ser resolutivo. Todo ese conocimiento, saber y saber hacer, puede verse desperdiciado si no se acompaña de una buena pedagogía al enseñar el juego, si transmite ilusión o pasión, si la comunicación es defectuosa, si hace o construye el espíritu de equipo, si no gestiona los conflictos de forma eficaz, si pierde el control emocional en situaciones de dificultad y frustración, si no es reconocido por sus jugadores como el líder del equipo.

Hay muchos entrenadores formados en cuanto a conocimientos y metodología, “saben” y “saben hacer”, hay menos entrenadores realmente preparados, es decir, con competencias emocionales, que siempre “quieran”, que siempre “puedan” y que siempre “sepan ser o estar”. ¡No es fácil! Nadie nace enseñado a nivel emocional. El aprendizaje y desarrollo de competencias emocionales complementa a la formación del entrenador. Mucho nivel formativo no garantiza ser competente o resolutivo. Estar formado no es sinónimo de estar preparado o ser competente.

¿Qué competencias emocionales necesita el entrenador?

Las diferentes competencias emocionales que en mi opinión dibujan un perfil óptimo de entrenador se pueden agrupar en diferentes categorías:

Autoconocimiento del entrenador

Te presentamos una plantilla de trabajo para que puedas evaluar tus competencias emocionales y te “midas” como entrenador:

Desempeños construyen competencias

¿Cómo se pueden aprender y desarrollar las competencias emocionales? Aprende quien quiere aprender y se pone manos a la obra, no aprende quien no quiere hacerlo o no lo intenta. Existen muchos mecanismos que llevan a no aprender. Quien se resigna a ser como es y no quiere mejorar, cambiar o evolucionar. Lo más habitual es justificarse en el propio carácter “soy así”, reivindicar el derecho a ser como se es aunque ello suponga acabar renunciando a las propias ilusiones “me tienen que aceptar como soy”, y la comodidad o falta de tiempo “debería tomármelo en serio”.

Las competencias se desarrollan aprendiendo y entrenando desempeños específicos relacionados con cada competencia. Se trata de un aprendizaje por competencias. Los desempeños son conductas concretas que se identifican de forma operativa, son observables y evaluables. La adquisición y dominio de desempeños relacionados entre sí apuntan a una mayor competencia. Evaluar desempeños permite valorar el nivel de competencia y el progresivo aprendizaje o desarrollo de cada competencia. Como material se adjuntan al artículo dos documentos: 1) Competencias y Desempeños Emocionales del Entrenador, y 2) Autoconocimiento de las Competencias Emocionales para Entrenadores. Se desarrollan las 11 competencias emocionales en 140 desempeños. Pueden utilizarse como herramientas para autoevaluar el propio nivel de competencia emocional en los entrenadores, poder identificar en qué se es más competente o qué competencias están más desarrolladas y para saber en qué se debe mejorar o identificar qué competencias se deben entrenar y desarrollar.

El proceso de aprendizaje competencial consiste en:

  1. Se realiza la autoevaluación,
  2. Se fijan objetivos de aprendizaje en forma de desempeños,
  3. Se entrena o trabaja cada desempeño para aprenderlos, interiorizarlos, crear el hábito, incorporarlos al comportamiento habitual,
  4. Se evalúa el grado progresivo de aprendizaje de cada desempeño,
  5. Se programan nuevos desempeños cuando otros ya han sido aprendidos. No se aprende lo que no se trabaja, no se entrena y no se evalúa. Se trata de un entrenamiento competencial.

El asesoramiento o apoyo psicológico está muy recomendado para ayudar y acompañar el proceso de aprendizaje o desarrollo competencial. El psicólogo del deporte es el profesional que mejor puede guiar o acompañar al entrenador en el aprendizaje de las competencias emocionales.

José Carrascosa

José Carrascosa

Pionero de la psicología del deporte en España, ha trabajado durante más de 25 años con deportistas, entrenadores y equipos profesionales de primer nivel, ha colaborado en logros deportivos de sus clientes (ascensos, títulos nacionales y europeos, marcas europeas y mundiales, medallas olímpicas). Ha ayudado a que haya cambiado la percepción sobre las emociones y el alto rendimiento, desde “echarle güevos” a “competir”, desde el desconocimiento a la toma de conciencia del papel de las emociones sobre el rendimiento y el bienestar. Se considera un “artesano” de la educación y desarrollo emocional