ANSIEDAD Y ESTRÉS (I): cómo identificarlos

José Carrascosa
ANSIEDAD Y ESTRÉS (I): cómo identificarlos

Exigencia, obligación de obtener resultados, prisa, urgencia, congestión de actividades y responsabilidades, exceso de responsabilidad, temor al fracaso… es el contexto en el que vivimos en la sociedad de hoy en día. Lo sienten así los jóvenes en el estudio y acceso al mundo del trabajo, los deportistas que aspiran a competir a cierto nivel, muchos trabajadores en su empresa. Vivimos exigidos, responsabilizados, urgidos por la inmediatez, sabiendo que es peligroso tropezar o caer, disponemos de poco tiempo para reflexionar, generar ideas, encontrar paz, disfrutar del trabajo bien hecho, saborear los pequeños pero buenos momentos. Vivimos en una sociedad acelerada, que vive deprisa, bajo presión, como en riesgo permanente. Este contexto ejerce como caldo de cultivo en el que afloran la ansiedad y el estrés.

Vivimos en una sociedad “ANSIÓGENA Y ANSIOSA”

Los chicos y las chicas se acercan al deporte, al fútbol, por dos razones muy simples, les atrae la actividad deportiva concreta y se sienten competentes para realizarla, es decir les ilusiona y piensan que lo pueden hacer bien. Es una atracción basada en la ilusión, la autoconfianza y el disfrute intrínsecos a jugar a fútbol.

Lo que en principio es sencillo y evidente, jugar por disfrutar, pronto se va complicando, más aún si el chico o chica lo hace bien o parece que tiene talento para jugar al fútbol. Poco a poco van surgiendo pequeñas obligaciones que se van interiorizando, como ser titular, destacar en el equipo, ganar, que el equipo se sitúe en la parte alta de la clasificación, promocionar a categorías superiores y en equipos de mayor nivel, superar lesiones, vivir las continuas correcciones del entrenador, convivir con las expectativas exageradas generadas de unos padres forofos, alcanzar cierto protagonismo social en edades tempranas, sentir la posibilidad de alcanzar el fútbol profesional, hacer compatible el fútbol con el estudio en un sistema educativo que es poco flexible… Son circunstancias que se van convirtiendo en obstáculos a superar y corren el riesgo de restar encanto a la ilusión y el disfrute de la etapa inicial. No es fácil adaptarse o saber gestionar esa exigencia creciente.

Entonces surgen la ansiedad, el estrés, incluso el síndrome de burnout con efectos muy negativos sobre el rendimiento, el bienestar emocional, el desarrollo deportivo y personal, y pueden llevar al abandono del deporte. Quizás no hay una conciencia clara de cómo el futbolista sufre la ansiedad y el estrés. Afecta tanto a los jóvenes en etapas de formación como a los profesionales. Cada vez hay más testimonios de deportistas que, aun habiendo “triunfado”, han sufrido trastornos de tipo emocional que han hecho de su deporte una auténtica pesadilla.

¿Qué es la ANSIEDAD?

La ansiedad es una respuesta emocional ante una situación que es percibida como amenazante. La ansiedad es un mecanismo por el que la persona se pone en estado de alerta y se prepara para afrontar y resolver la situación percibida como amenaza, riesgo o peligro.

Cuando un perro nos ladra por sorpresa nos asustamos, se eleva nuestra activación nerviosa, reaccionamos con temor y nos alejamos del perro. Es una respuesta de ansiedad. Cuando un futbolista formado en la academia debuta con el primer equipo es normal que sienta nerviosismo, que no haya podido dormir bien en la noche previa al partido, que juegue el partido en su cabeza días u horas antes de su inicio, y que no consiga quitarse de la cabeza la idea de hacerlo bien, no fallar y aprovechar la oportunidad. Ante un partido decisivo o una final es fácil que aparezca el nerviosismo propio de los partidos importantes. Son situaciones de fútbol en las que suele surgir ansiedad en mayor o menor grado.

La ansiedad, en principio, es una respuesta adaptativa que nos ayuda a preparar y gestionar con eficacia una situación de dificultad. Entonces se puede hablar de una ansiedad buena o positiva. Se trata de una tensión que nos ayuda a afrontar la situación, estar inteligentes, aplicar soluciones, dar lo mejor de nosotros. La exigencia y la dificultad siempre generan una cierta tensión que nos ayuda a darle respuesta eficaz. La historia de la humanidad ha supuesto un continuo devenir de situaciones más o menos difíciles que el ser humano ha tenido que afrontar, gestionar y superar para adaptarse al medio y transformarlo.

El problema surge cuando la tensión nos supera, nos bloquea y nos impide ser eficaces en la gestión de la situación ansiógena. Entonces hablamos de ansiedad negativa y si se repite de forma habitual hablaremos de trastorno de ansiedad.

La ansiedad tiene una doble manifestación, es como una moneda de dos caras. La ansiedad tiene un componente fisiológico en forma de activación nerviosa. Los síntomas son nerviosismo, tensión muscular, respiración corta y acelerada, aumento de las pulsaciones o tasa cardiaca, falta de aire, molestias en el estómago, mareos… La ansiedad también tiene un componente cognitivo o relacionado con el pensamiento, como preocupación, responsabilidad excesiva, dudas, temor a fallar, anticipar posibles dificultades…

Cada persona tiene una activación nerviosa media diferente, como una característica más de su sistema nervioso, que viene determinada por la herencia genética. Este nivel de activación medio de cualquier persona se conoce con el nombre de arousal. Hay personas hipoactivas, tranquilas, que se mueven y hablan despacio… Hay otras personas que son más activadas, inquietas, nerviosas, aceleradas, hablan rápido, todo lo hacen como con una velocidad superior. El incremento brusco de la activación fisiológica media es un síntoma de la ansiedad.

También cada persona tiene un estilo cognitivo o forma de pensar, de tomarse o interpretar las circunstancias que vive. Hay personas más reflexivas, que son observadoras, analizan, son responsables, anticipan posibles dificultades, autoexigentes, perfeccionistas, que piensan continuamente y cuya cabeza parece que  nunca para de pensar, nunca descansa. La preocupación exagerada o recurrente es un síntoma de la ansiedad.

La ansiedad responde a diferencias individuales. Tanto personas muy nerviosas como personas muy reflexivas están más expuestas a sufrir problemas de ansiedad. Lo cierto es que la ansiedad tiene mucho que ver con cómo cada persona vive y percibe una situación. Las cosas no son como son sino cómo parecen o son percibidas, cómo se viven.

La ansiedad puede estar generada por una forma de ser ansiosa y/o por un suceso traumático. Algunas personas tienen un carácter ansioso y están más expuestas a sufrir trastornos de ansiedad. Son personas acostumbradas a la constante preocupación, responsabilidad, autoexigencia, autocrítica. La ansiedad también puede estar generada por la huella emocional que ha dejado un hecho traumático que ocasionó mucho malestar (inseguridad, angustia, miedo, decepción…).

Existen situaciones que objetivamente son más o menos ansiógenas, generadoras de ansiedad. Debutar, jugar una final, cometer errores de forma reiterada, escuchar el run-run de la grada, ser objeto del enfado y las críticas de los aficionados…suelen desencadenar ansiedad. Son muchas las situaciones objetivamente ansiógenas que el futbolista profesional debe afrontar para lo que necesita prepararse a nivel emocional.

La ansiedad puede manifestarse de dos maneras: 1) en un momento, de forma aguda, como una crisis de ansiedad oataque de pánico”; y 2) de forma más suave, más llevadera pero permanente, “ansiedad generalizada

En la crisis de ansiedad se produce como un “subidón” en forma de calor, tensión, falta de aire, mareo, taquicardia… acompañado de un susto tremendo, miedo a desmayarse o a que a uno le suceda algo grave. Cada persona somatiza la ansiedad de manera diferente, unos más a nivel muscular, otros a nivel digestivo, otros más a nivel cardiovascular… Las sensaciones físicas dibujan un auténtico “ataque de pánico” del que se necesita escapar, huir. Cuando se sufre una crisis de ansiedad queda como un miedo al pánico, miedo a que vuelva a aparecer otra vez, me vuelva a dar. Se llega a convierte en una pesadilla de la que es difícil escapar.

Otra forma de manifestarse la ansiedad es mediante unos síntomas más suaves, no tan intensos, pero permanentes, es la ansiedad generalizada, caracterizada por preocupación, inseguridad, temor… recurrente o habitual.

¿Qué es el ESTRÉS?

No se deben confundir la ansiedad y el estrés. Muchos se refieren a “ansiedad o estrés” como si fuesen sinónimos o se tratase del mismo proceso. De ninguna manera. Ansiedad y estrés no son lo mismo, son dos procesos diferentes. ¿Qué es peor la ansiedad o el estrés?

El estrés es un proceso complejo que tiene que ver con las expectativas percibidas desde el entorno y los recursos que uno cree disponer para dar respuesta a dichas expectativas. Cuanto mayor distancia se abre entre las expectativas percibidas y el nivel de competencia que uno cree tener para darles respuesta, mayor nivel de estrés se genera. La ansiedad es un componente del proceso de estrés, pero la carga cognitiva (preocupaciones) es mucho mayor y más compleja en el estrés que en un cuadro de ansiedad.

Es fácil que un futbolista “llamado a triunfar” sobre el que se depositan unas elevadas expectativas por parte de todos (familia, agente, club, entrenador…) pueda verse afectado por un proceso de estrés. Cuando el rendimiento de un equipo es muy inferior al previsto, alejándose de la posibilidad de alcanzar los objetivos de la temporada según la planificación de la plantilla, el equipo puede ser presa del estrés, más aún en un contexto de descontento generalizado, con críticas, reproches, enfados por parte de los aficionados y responsables del club. En la historia del fútbol es bastante fácil identificar futbolistas que sufrieron el peso del precio desembolsado por el club en su fichaje y rindieron por debajo de lo esperado.

Desde la psicología del deporte sabemos que el contexto es un factor que incide en sobre el rendimiento. Existen unos contextos facilitadores y otros inhibidores del rendimiento, favorecedores y limitantes del desarrollo del talento. En fútbol el contexto se ha convertido en un factor tóxico del rendimiento. Algunos chicos y chicas que “apuntan maneras” tienen la desgracia de vivir en contextos hiperexigentes e hipercríticos que son fuente de mucho estrés y se convierten en un obstáculo insalvable en su desarrollo deportivo y personal. Acaban odiando ý abandonando el fútbol.

Algunos padres, más de los deseados, piensan que tienen un auténtico talento en casa pero que casi ningún entrenador o club acaba de apreciar y valorar en su justa medida. Proyectan sobre su hijo sus propias frustraciones, aquello que quisieron ser y no pudieron, de forma que hacen que el hijo no viva su propia vida sino la que dicta el padre. Generan unas expectativas a medio y largo plazo desproporcionadas e irrealizables que en la mayoría suponen una auténtica losa para su hijo. Llegan a ver a su hijo como el salvador de la economía familiar. Si además el hijo comienza a ganar dinero en concepto de ficha todo se hace más difícil.

Este fenómeno se da en diferentes deportes, no sólo en fútbol. Estos padres se convierten en detectores de talento, entrenadores, preparadores físicos, expertos en tecnificación, seleccionadores, agentes o representantes… renunciando a ejercer el necesario rol de padre. Esta influencia negativa se traduce en un nivel de estrés insoportable en el futbolista que merma su rendimiento, obstaculiza su desarrollo deportivo y pone en serio riesgo su bienestar emocional y desarrollo personal. Ningún éxito justifica sacrificar a ninguna persona, menos aún de un hijo.

Cómo afecta la ansiedad y el estrés al FUTBOLISTA

Estoy por asegurar que cualquier futbolista ha sufrido algún episodio de ansiedad o estrés en algún momento de su desarrollo deportivo o carrera profesional. Cualquiera vive una etapa en que le resulta imposible rendir a su nivel o expresar su mejor versión sobre el terreno de juego, llegando a convertirse casi en una pesadilla.

Es necesario que el entrenador identifique cuándo el futbolista sufre de ansiedad o estrés porque no puede actuar de cualquier modo, no debe seguir insistiendo por la vía de los reproches, correcciones, enfados… El entrenador puede llegar a percibir “falta de actitud” cuando nada más lejos de la realidad. Detrás de esa aparente falta de actitud puede haber un chico o chica, un futbolista profesional, completamente superado por la situación, inmerso en un proceso de ansiedad o en un proceso de estrés.

Síntomas de la ansiedad

¿Qué manifestación tiene la ansiedad en un futbolista? ¿Qué síntomas presenta un futbolista que pueda sufrir ansiedad? Se pueden distinguir tres tipos de síntomas:

  • A nivel fisiológico. Tensión muscular, respiración acelerada, incremento de las pulsaciones o tasa cardiaca, molestias en el estómago, necesidad de ir al baño, apatía, exceso de activación nerviosa, fatiga precoz, molestias musculares…
  • A nivel cognitivo. Preocupación recurrente, exceso de responsabilidad, inseguridad, anticipar posibles dificultades, dudas, confusión, temor a fallar, perfeccionismo, autocrítica excesiva, rigidez o poca receptividad, dificultad para concentrarse plenamente en el juego, baja autoconfianza, enfados, sensación de indefensión, dificultad para desconectar del fútbol fuera del entrenamiento…
  • A nivel motor. Disminución de la coordinación, sorprendente torpeza motora, lentitud en las tomas de decisión, imprecisiones, errores de ejecución, pérdidas de balón…
  • Respecto al estilo de vida. Ensimismamiento, aislamiento, reducción de la actividad social como salir de compras, ir al cine, pasear, mayor irascibilidad, más enfados, alteraciones en el sueño como dormir en exceso o tener dificultades dormir…

El síntoma más evidente de un posible trastorno de ansiedad es observar un nivel de rendimiento sensiblemente inferior al suyo potencial cuando no existe ninguna otra causa, el futbolista está irreconocible sobre el terreno de juego, parece un futbolista de menor nivel.

¿Por qué la ANSIEDAD se convierte en un PROBLEMA?

Cierto nivel de activación nerviosa ayuda a afrontar el partido y rendir de forma óptima. Un aumento tolerable de la activación nerviosa, interpretado de forma positiva, supone mayor energía, mayor atención, mayor agresividad para competir y superar duelos, mayor eficacia, mayor acierto…

El problema surge cuando la activación es excesiva, preocupa y asusta. Entonces la activación contamina a los músculos con excesiva tensión, disminuye la coordinación, favorece imprecisiones o errores, dificulta la concentración, hace más lentas las tomas de decisión, provoca dudas, inseguridad, enfados, acelera el proceso de fatiga, puede favorecer la aparición de lesiones, limita el rendimiento y es fuente de malestar emocional. La ansiedad es un verdadero problema cuando se deja de disfrutar, se sufre, se teme, e invita a abandonar.

Existe un mecanismo muy habitual que multiplica la ansiedad en aquellos futbolistas que la sufren. Tratar de disimular la ansiedad suma ansiedad. En el fútbol, también en la sociedad, sigue dándose la cultura de no mostrarse débil, no mostrar las propias debilidades, aparentar fortaleza, mostrarte como un “machote”. Intentar que no lo note el entrenador para que no te “limpie” de la alineación o te tache de poco competitivo aumenta la angustia en el día a día, disimularlo en el partido ante la grada por miedo a defraudar a tus aficionados, son actitudes que incrementan la ansiedad, el sufrimiento y el malestar. Los jugadores aceptan parar de jugar por una lesión, pero no entienden aún que pueda darse una “lesión emocional”, como la ansiedad, y tratan de seguir adelante ignorándola. Desde estas actitudes se rehúye solicitar ayuda hasta que la situación supera por completo.

La ansiedad se convierte en un auténtico problema cuando:

  • Afecta al rendimiento óptimo
  • Es un factor que contribuye a la aparición de lesiones
  • Genera malestar emocional
  • Se expande a otros ámbitos (pareja, relaciones sociales, ocio y tiempo libre)
  • Puede derivar en trastornos emocionales más complejos (crisis de ansiedad o ataques de pánico, ansiedad generalizada, trastorno de estrés, depresión, síndrome de burnout…)
  • Puede llevar al abandono del fútbol, a colgar las botas

Es necesario solicitar ayuda pronto, tras las primeras ocasiones en que se manifiesta la ansiedad de forma descontrolada. Difícilmente puede superar uno solo, sin ayuda, un cuadro agudo a crónico de ansiedad. El psicólogo del deporte es el profesional que entiende y ayuda a salir de este tipo de situaciones. La incidencia de la ansiedad, tanto en etapas de formación como en el fútbol profesional, es muy alta. Muchos se sorprenderían de cuántos futbolistas la sufren en silencio.

José Carrascosa

José Carrascosa

Pionero de la psicología del deporte en España, ha trabajado durante más de 25 años con deportistas, entrenadores y equipos profesionales de primer nivel, ha colaborado en logros deportivos de sus clientes (ascensos, títulos nacionales y europeos, marcas europeas y mundiales, medallas olímpicas). Ha ayudado a que haya cambiado la percepción sobre las emociones y el alto rendimiento, desde “echarle güevos” a “competir”, desde el desconocimiento a la toma de conciencia del papel de las emociones sobre el rendimiento y el bienestar. Se considera un “artesano” de la educación y desarrollo emocional