Conocí a Roberto Íñiguez a través de su hijo Pablo. Aunque no le conozcas rápidamente, transmite trasparencia, honestidad, rigor, inquietud y curiosidad insaciables. Es reservado, observador, noble y a las personas que les abre la puerta es de forma sincera y para siempre. Como entrenador, tiene un amplio recorrido o trayectoria profesional, nada fácil, que le ha ayudado a ser el entrenador que actualmente es. Me lo imagino exigente y difícil por momentos para sus jugadoras, pero comprometido y entregado totalmente a ellas, en lo que él mismo llama “obsesión por ayudarlas a mejorar en cada entrenamiento”. Hablando con él te das cuenta rápidamente de que delante de ti tienes a una persona apasionada por el baloncesto y el deporte, en general, que “educa” o “forma” a deportistas profesionales tanto o más que entrenarles. No es un entrenador “amenazado” por los resultados, sabe convivir con la máxima exigencia y es consciente de que los resultados solo son la consecuencia de un proceso de trabajo.
— José Carrascosa (Director Revista Saber Competir)
Perfil personal
¿Quién soy?, ¿Cómo soy a nivel personal? Es complicado definirme como persona. Creo que realmente nos vamos descubriendo durante nuestro proceso de vida. Quizá me definirían mejor desde fuera los que más me conocen, en las buenas y en las malas, y esos serían mi hijo, mis hermanos, mi madre o mis amigos más cercanos. Lo que sí tengo claro a mis 53 años es lo que intento ser cada vez mejor persona, mejor padre, mejor hermano e hijo y mejor profesional. Me gusta sentir que estoy mejorando, aprendiendo, y encontrar las cosas y la actitud que me hagan sentir bien, en paz. El tiempo me ha hecho insistir mucho en un valor respecto a mi profesión, el de ser honesto, algo que considero fundamental con mis jugadoras, con mi staff y la gente del club. Puedes ser mejor o peor entrenador, gustar a unos y a otros no, pero creo que hoy en día la gente a tu alrededor aprecia mucho si un Coach es honesto, no engaña ni manipula.
Respecto a mis raíces, aprendí muy temprano que hay que esforzarse para conseguir algo y que los padres, al final, tenemos que ayudar a nuestros hijos para que construyan sus alas y luego vuelen solos en la dirección que consideren, no podemos ni debemos hacerlo por ellos. Esto es igual para el deporte, en mi caso, el baloncesto. Estuvo presente en mi vida desde el principio, estudié en un colegio (San Viator) donde el basket era religión, aunque realmente a mí me gustaban todos los deportes que giraban alrededor de una pelota.
Jugador profesional de baloncesto
Como jugador, comprendí bastante tarde que podría ser profesional, nunca me obsesionó. La llegada de Iñaki Iriarte como entrenador, tenía yo 18 años, me hizo entender cuál era el camino para mejorar y creo que ese fue el momento en el que me di cuenta de que quería y podía ser jugador profesional de baloncesto. A partir de ahí, creo que cada año fui algo mejor, añadiendo más recursos y mejorando el entendimiento del juego. No fui ninguna estrella, pero sí estoy muy orgulloso de todo lo que hice y de cómo lo hice.
Dejar de jugar y dar el paso para entrenar
Jugar y entrenar es totalmente diferente. Tus vivencias y conclusiones como jugador te pueden ayudar. Si sientes cierta vocación, ya empiezas a reflexionar en tus últimos años en activo acerca de lo que te gustaría ser y hacer y lo que no, pero al final te das cuenta de que para ser entrenador de verdad tienes que cerrar tu etapa y visión como jugador. Yo entrenaba desde mi época de juvenil en mi colegio a chicos de minibasket; ahí les enseñaba lo que yo aprendía de mis entrenadores, era el proceso natural. Cuando cerré mi etapa de jugador profesional, me propuse un tiempo sin baloncesto, necesitaba saber cuánto lo echaba de menos, y enseguida empecé a hacerlo… comencé de nuevo con chicos y chicas muy jóvenes, un equipo mixto de un colegio público de Alboraya, el resto de la historia ya se sabe más o menos.
Me dejó huella y me sigue dejando Iñaki iriarte. Luego han pasado por mi vida y mi carrera otros que no puedo olvidar: Pepe Laso, Antonio Serra, Moncho Monsalve, Zeljko Obradovic y algunos en mi niñez y adolescencia como Alberto Díaz o Enrique Doval que me transmitieron mucho amor por el juego. No puedo olvidar a mi hermano Carlos, ha sido y es primero hermano, fue entrenador y es ese asesor externo que todos necesitamos para relativizar los momentos duros y bajar a la tierra en los dulces. Al final, creo que los mejores entrenadores deben transmitir pasión por lo que hacen y por las personas con las que trabajan.
Evidentemente, por tu vida pasan entrenadores de los que aprendes lo que no quieres ser o hacer; faltas de respeto, poca empatía, honestidad, pasión, etc. En general, aquellos sobre los que sentí que manipularon situaciones o compañeros me enseñaron lo que no quería ser, y, al final, eso ha sido tan o más importante que lo contrario.
Perfil de entrenador, compromiso y adaptación
Soy exigente en la pista y también fuera de ella, pero a su vez me preocupo mucho por mis jugadoras, por todo lo que pueda influir o ser importante para ellas. Quiero que tengan todos los medios posibles para hacer su trabajo y transmitirles mi pasión por el juego, que disfruten jugándolo, pero siempre desde la exigencia, mejor aún si consigo que sea desde la autoexigencia personal. Cuando veo que mis jugadoras trabajan duro, me vinculo mucho con ellas, les aprecio, aprendo a quererlas, intento cuidarlas y he ido mejorando mi relación con ellas, en conectar mejor. Me obsesiona mucho intentar mejorar individualmente a mis jugadoras, le doy mucha importancia e insisto a mi staff en ello; creo que si ellas sienten que eso se produce, la conexión y aprecio personal a su Coach se multiplica.
Entrenar en diferentes países me ha hecho evolucionar a nivel personal y profesional, conocerme mejor, equivocarme y aprender, los errores ejercen como un buen maestro. Estando lejos he tenido momentos duros, de soledad, y eso te hace ganar en eso que llaman ahora resilencia, endurece el carácter, ser más fuerte, perseverante ante todo y darte cuenta de que muchas veces estás más cerca de tus objetivos de lo que creías. Creo que siempre hay que seguir adelante, hay que luchar, pero siempre junto a tu equipo, nunca debes abandonar a tu equipo. Al final, el entrenador y la persona deben ir de la mano, son indivisibles y, muchas veces, el entrenador consigue más cuando actúa a nivel personal que profesional.
La gestión emocional del equipo
No sabría valorar la importancia de la psicología en el baloncesto, no me atrevo a cuantificarla, no sabría decir dónde empieza o termina la psicología. Creo que es algo que siempre está ahí porque tratamos con personas, cada una de su padre y de su madre, con diferentes personalidades, objetivos, caminos, miedos… Yo suelo decir que hay que tratar a todas las jugadoras igual, es decir, a cada una de manera diferente.
Siento que he evolucionado en la relación con las jugadoras. Con el tiempo aprendes de la propia experiencia. Antes era un poco pesado hablando con mis jugadores/as acerca del juego. Ahora creo que intento no colapsarles con tanto baloncesto. Hablo más de sus cosas personales, intento conocerlas mejor, comprenderlas para también ser mejor comprendido. Me gusta que den todo en los entrenamientos y partidos, pero intento enseñarles y guiarles a que disfruten haciéndolo, a que su foco esté en el trabajo y eso les haga sentir especiales trabajando. Creo mucho en mis jugadoras, y cuanto más las conozco, aún creo más.
Desde mi opinión, el baloncesto es muy emocional. Es muy importante saber llegar a tus jugadoras para explicarles, corregirles, reconducir una situación… y eso, sin conocerlas, resulta imposible. Poner el foco en el juego, tomar decisiones, atreverse y disfrutar haciéndolo… va muy relacionado con las emociones, con cómo te afectan las cosas. Cualquier pequeño detalle que tú no has tenido en cuenta o no le has dado valor puede afectar increíblemente a otra persona. Creo firmemente que en el baloncesto el entrenador ha de ser un líder y crear líderes alrededor suyo. Liderar es conectar, una a una, cuidar, servir, ser contagioso, ser una dosis de vitaminas diaria para tu grupo, aunque haya días que te cueste hacerlo. Liderar supone ser ejemplo ante tus jugadoras en muchos aspectos, también en eso es a lo que me refería antes como perseverancia, consistencia, en definitiva, tener compromiso. Todo esto es ser ENTRENADOR.
¿Te interesa la psicología del deporte?
Suscríbete a nuestra revista online de psicología del deporte y disfruta de contenidos como este todos los meses.
Los jóvenes de ahora son una realidad diferente
Empecé siendo muy directo en la relación con mis judadoras/es, controlando todo y siendo muy perfeccionista. Ahora escucho más, diría que escucho mucho, aprendo de ellas, me enseñan cada día y a veces a ellas mismas les extraña que lo haga, les pido incluso perdón si siento que me he equivocado. Eso sí, tengo días y días, no me gusta que entren en rutina, así que les voy cambiando el paso y me encanta hacerlo.
Las jóvenes generaciones han cambiado mucho. El talento existe y existirá, pero ahora se trata de otra cultura muy diferente. Me crié con un balón en mis manos todo el día, unas zapas que tenían que durar un mundo y unos domingos en los que ir al cine del “cole” y unas gominolas eran un lujo asiático. Antes éramos niños de patio de colegio, con lo que se vivía allí a todos los niveles, lo que aprendías allí cada día. Los niños de ahora son diferentes, es una realidad, no sé si mejores o peores, más listos o menos de lo que éramos nosotros, pero son muy distintos. El móvil ha cambiado totalmente la forma de relacionarnos, la sociedad ha cambiado y posiblemente muchos de nosotros hayamos sobreprotegido de manera inconsciente a nuestros hijos. Les hemos querido dar más de lo que nos pudieron dar nuestros padres, sin darnos cuenta de que más no siempre es mejor. Es innegable que, en general, a los jóvenes de ahora les cuesta más sufrir, aceptan peor las dificultades, enseguida encuentran excusas, aunque también debo decir que, como entrenador, me he encontrado maravillosas excepciones.
Lo de puertas afuera yo lo comento mucho con ellas y con mi hijo, les digo que hay que vivir y pensar cada vez más de dentro hacia afuera, crecer uno mismo para proyectarse hacia los demás como uno es, no preocuparse tanto de expectativas, de lo que digan u opinen de ti por ahí. Comprendo que para ellos ahora eso no es tan fácil por cómo está organizado su mundo, el papel de las redes sociales. Se vive mucho ahora de fuera hacia dentro, se le concede gran valor a lo que piensan los demás de uno. De todos modos, sigo creyendo firmemente en los jóvenes, especialmente en los que quieren crecer y ser lo mejor que puedan llegar a ser.
Relación entrenador-jugadoras
Es lógico que surjan dificultades como gestor emocional en la relación entrenador y jugadoras, pero según mi experiencia hay que conseguir dos cosas básicas:
- Primero, es imprescindible que te crean. Cuando a algunas les han fallado muchas veces, entonces oyen, pero ya no escuchan. Hay que llegar a ellas, conectar para que te crean, tocar su corazón, que sientan que algo ha cambiado. Deben creer que estás allí para ayudarles en su carrera, que te importan, que quieres ayudarles a mejorar y que para eso deben seguirte. Eso no se puede hacer simplemente con estrategias, debes convencer desde una ética personal.
- La segunda es conseguir que pongan el grupo por delante de ellas. Yo les hablo de mis equipos anteriores y de otros equipos que he conocido. En un equipo ganador, exitoso, prácticamente todas las jugadoras mejoran sus condiciones laborales y profesionales en la siguiente temporada. Entender eso es fundamental, especialmente cuando sales en desventaja de talento con otros equipos.
El entrenador convive con los miedos en un vestuario. Todos tenemos temores, hay que poner el foco en lo importante, entrenar, sentirse preparado, salir a la cancha y hacerlo, no pensar en nada más. Así se superan los miedos. Sobre los temores sería interesante un debate sobre lo que transmiten a veces padres y agentes, nada bueno.
La confianza y el atrevimiento llegan desde la preparación, el entrenamiento día a día. Exijo mucha concentración, porque la concentración se entrena y mejora en cada entrenamiento. La confianza es algo parecido, no puedes pretender dar confianza a alguien en los partidos si no la tienen en los entrenamientos. Me gusta decirles que los buenos tiros se tiran y punto, que fallas cada tiro que no intentas; eso sí, luego está el debate de lo que es un buen tiro o no. En la relación con ellas, con jugadoras y staff, hay tres palabras mágicas: CREO EN TI. Esto va íntimamente ligado con el concepto de conectar, solo puedes decir a alguien eso si existe esa conexión y realmente lo sientes.
Otros aspectos metodológicos
Es importante saber elegir los momentos para motivar a la jugadora y al equipo. La experiencia te enseña mucho, vas descubriendo que cuando sale tu esencia, lo auténtico, lo que eres, lo genuino que hay en ti, entonces conectas y motivas. Son muchas las estrategias que se pueden utilizar para motivar, el sentido del humor motiva, romper una pizarra y mirar al grupo a la cara motiva, poner “standards” altos al grupo motiva, soñar en voz alta, trabajar durísimo un día y llevarlas al límite, quitar un entreno y dar una mañana libre motivan… Hay que sentir al grupo, intuir cuándo, cómo y por qué, hay que arriesgarse en la motivación.
Utilizo el vídeo para diferentes objetivos. Uno es en el análisis o scouting del rival, como equipo e individual, y siempre tratando de no colapsar por exceso de información. Si alguien se tiene que colapsar, me colapso yo que no juego, a ellas les doy lo que consideramos datos clave para cuidar en el partido. El segundo objetivo es el uso del vídeo para nuestro propio análisis o scouting de equipo. Para la mejora táctica ofensiva y defensiva, para ajustar pequeños detalles, corregir errores, reforzar lo bien hecho o sesiones más largas que las uso a modo de terapia. En esas sesiones también me gusta hablar de lo que hacemos bien, de lo positivo, reforzar. El último objetivo en el uso del vídeo es la mejora individual. Tenemos programas de mejora con diferentes puntos según la jugadora y en eso el vídeo es una herramienta eficaz porque les permite entender por qué trabajamos y para qué hacemos técnica y táctica individual aparte de las sesiones de equipo. Es curioso, porque lo que al principio les parece una especie de castigo, cuando ven que les sirve y mejoran, te piden más.
Es muy importante en esos trabajos planificar bien, que fluya la información en el staff para que nada de eso acabe siendo negativo por un posible sobrentrenamiento… En los trabajos de técnica hay que tener paciencia, ir paso a paso, de lo sencillo a lo complejo, intentando explicar bien lo que buscamos y dónde queremos llegar.
En el deporte de élite actual hay que ser muy exigente. Esto es clarísimo para mí y esa exigencia ha de comenzar por uno mismo como entrenador. Eso implica comunicar continuamente, corregir y, a su vez, reforzar. A mí me gusta antes de corregir algo a una jugadora decirle lo que ha hecho bien, a partir de ahí corregir lo que quiero corregir y luego acabar con una frase positiva. Un aspecto fundamental para la buena química de un equipo es corregir a todas, incluso aún más a las mejores, a las que en principio tienen mejor estatus, y exigirles incluso más que a las demás para que sean un ejemplo a seguir por las compañeras. Los entrenadores que solo corrigen a las jovencitas y con las estrellas miran para otro lado tendrán complicado el futuro a medio/largo plazo.
Ser equipo, construir la idea de equipo
Entre los valores que intento educar en mis equipos está el esfuerzo, el trabajo y la unión. Con trabajo y unidad todo es posible. Quiero que intenten ser un equipo especial y diferente, sobre todo por cómo trabajan cada día, mejor que los demás. Intento inculcar una emoción de pertenencia al grupo, a sus colores; crear una cultura de trabajo clara, que sepan lo que queremos representar y estar orgullosas de ello. Me gustan los equipos sólidos, que creen en su idea y no cambian ante las dificultades o los rivales.
Los conflictos generan inestabilidad, pero ayudan a crecer. No temo los conflictos. Un conflicto ha podido llegar a ser origen de otros conflictos, por ejemplo, dentro del cuerpo técnico, con colaboradores de mi staff que han acabado yéndose por no saber o no querer afrontarlos. Lo primero que debemos entender es que los conflictos existen y existirán, forman parte de la vida de un equipo, sea cual sea. Si no quieres conflictos, no seas entrenador, no seas preparador físico o no seas fisio. No me gustan los conflictos, pero hay que afrontarlos y tratar de transformarlos en oportunidades. No tengo un solo estilo de afrontarlos, a veces soy impulsivo y los ataco directamente, y otras veces analizo y soy más racional para buscar la oportunidad de crear algo a partir de ahí, encontrar la parte positiva.
No me gustan las multas, me gusta convencer. Tras todo este tiempo en diferentes equipos creo sinceramente que las multas solo tienen algo positivo, las cenas de equipo, pero no solucionan los conflictos ni mejoran las conductas. Las únicas sanciones que considero apropiadas son las que se refieren exclusivamente a falta de profesionalidad: exceso de peso repetidas veces, grasa corporal, etc. Insisto, siempre primero explicar, convencerlas y eso implica también escucharlas y comprenderlas.
En un equipo puede darse la “disidencia”, que una jugadora no haga suyo el discurso, los valores, no comparta la idea de equipo… Entonces lo tengo muy claro. Intento gestionar la disidencia, primero busco llegar a ella, persevero para conectar con la confianza de que lo lograré, cuando lo consigo llegan grandes sorpresas. Insisto bastante, intento dar segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades. Eso sí, si considero que una jugadora, a pesar de haberlo intentado casi todo, es un vampiro de energía, se va fuera, acaba saliendo del equipo. Los vampiros de energía no deberían estar permitidos en el vestuario.
El deporte es un mundo de egos, no solo en las jugadoras/es sino también en los entrenadores. Debemos poner al equipo primero y entender por qué, hay que convencerlas. Desprenderse del ego para, aunque parezca contradictorio, triunfar.
Ejercer liderazgo
No me gusta pensar que los entrenadores tengamos poder, no es así. Lo que creo es que tenemos responsabilidad. Tenemos que liderar, influir en personas para que siendo diferentes piensen como una sola, tenemos que inculcar valores y generar líderes entre las jugadoras, sin que renuncien a su carácter. Personalmente, con el tiempo, me he dado cuenta de que cada vez que entrenas un equipo, dejas un legado, y eso va más allá de motivar, es INSPIRAR, eso es ser entrenador. En mi caso me ha ayudado mucho para trabajar con esa forma de pensar el hecho de ser padre y, además, de un deportista.
Intento conocer bien a cada jugadora, para ayudarlas e incluso a veces uso el término servirlas. Creo que liderar es también cuidar, servir, comunicar, influir, me obsesiona comunicar mejor, escuchar mejor, hablar mejor inglés, etc… Es importante saber dónde está el límite, no agobiar, no meterte donde no te llaman, no eres su amigo, eres su entrenador. Yo le suelo decir a mi fisio, con la que se “confiesan” muchas veces, que ella tiene que saber lo que puede y no puede contarme y que yo siempre respetaré eso y así también se ganará el respeto de las jugadoras.
Mejorar, estudiar y aprender continuamente siempre es bueno y necesario, especialmente de los grandes profesionales. Pero sinceramente creo que el liderazgo no entiende de estrategias, debe ser natural y basado en la honestidad, debe salir lo que tú realmente eres. Creo que las jugadoras/es son muy listas, más de lo que algunos creen, y pronto detectan si las manipulan o estás recurriendo a una estrategia.
Ser competitivas
¿Qué es competir? Uff… ¡Qué pregunta! Para mí, competir es tener el foco en lo que haces, estar preparado, tener confianza en que te has preparado, salir ahí dispuesto a ello y hacerlo sin pensar más de la cuenta. Algo muy importante para competir es que no te afecten los errores, pequeños o grandes, seguir con el foco y simplemente jugar, seguir jugando y, en el caso de algunas jugadoras, aprender a jugar con el corazón, entender que solo con el talento ya no vale. Me gusta la gente que jugando transmite algo, que pone pasión, transmite emoción, no sé explicarlo bien, es como si en ese momento sintiese que esa jugadora está ahí de verdad, viviendo cada instante…eso es competir.
Por otro lado, se comparan muchas veces los conceptos de competir y trabajar duro. Son complementarios pero muy distintos. Te puedo forzar a trabajar duro pero no te puedo obligar a competir; te puedo enseñar a competir mejor, te puedo ofrecer alguna herramienta que te ayudará, pero compites o no compites. Hay muchos y muchas que trabajan duro, pero no tantos que compitan bien.
En ocasiones tiende a confundirse competir y ser agresivo. No necesariamente una jugadora competitiva ha de ser agresiva, en el buen sentido de la palabra. Hay muchos ejemplos de lo contrario, jugadoras que tienen siempre una sonrisa en la boca, compiten muy bien, superan las dificultades del partido… Repito, competir es estar ahí, viviendo solo lo que haces, jugar como cuando estabas en el recreo, solo jugando, pero respetando ciertas normas que permitan que el grupo, el equipo, se exprese y sea disciplinado (foco).
Cuidar el bienestar emocional, necesario
Creo que descansar es fundamental, al menos para mí. Un entrenador cansado no es un entrenador eficiente. Yo desconecto paseando, hablando con mi familia, saliendo con el staff a cenar o, algún día, encerrándome en mi mundo y aburriéndome. En general, siempre tengo ideas en mi cabeza y estoy pensando en el día siguiente de trabajo.
En este momento de mi vida, es fundamental el verano donde puedo descansar, viajar y pasar tiempo disfrutando de los míos. La familia es fundamental en mi vida, me gusta y me ayuda saber que todo está en orden por allí. Mi hijo es parte esencial de mi vida, se ha convertido en un apoyo incalculable, un amigo y una fuente de amor incondicional. Los dos sabemos que el otro está ahí, aunque no estemos juntos, tenemos confianza para decirnos las cosas, aunque no nos gusten. El verano es fundamental para ver a los que quiero y recuperar el contacto y el tiempo junto a ellos. Yo lo llamo afilar la sierra, recuperar la pasión y la ilusión para volver a empezar.
¿De dónde saco la energía? Pues de saber que es fundamental trabajar cada día lo mejor posible, de convertirte en ejemplo de lo que predicas y me la dan también mis jugadoras, sí, saco energía de mis jugadoras porque hay días que ellas te contagian su energía y correcta actitud.
Algunas consideraciones
¿Diferencias entre coaching y psicología? No sé muy bien qué es el Coaching. En baloncesto el Coach es el entrenador y, cuando las jugadoras te llaman Coach, lo hacen desde el respeto a esa figura. Por lo tanto, hacer Coaching en baloncesto es ser Coach, entrenar, dirigir el equipo. Lo que no entiendo bien es esa concepción del Coaching que últimamente abarca muchas cosas, demasiadas. Tengo amigos que dejaron su trabajo y ahora hacen Coaching, está de moda… Para mí, el psicólogo deportivo es el doctor y entrenador de la mente, de las emociones. Debería haber uno en cada equipo profesional. La mente es muy importante, fundamental para competir, muchas veces lo es todo. Los buenos psicólogos deportivos dan a los deportistas las herramientas para entrenar y mejorar sus emociones, su foco, en definitiva, para competir.
Como entrenador no existen diferencias de género entre entrenar a un equipo masculino y entrenar un equipo femenino, ninguna diferencia. Es una cuestión que me aburre, da igual lo que opines, siempre habrá alguien que te entenderá mal o directamente no te entenderá. Yo entreno equipos y, en consecuencia, personas, sin distinción. Trato a las personas con profesionalidad, como ya he explicado, con exigencia y no permitiendo excusas, pero cuidándolas, escuchándolas y tratando de conocerlas mejor y comprenderlas para sacar su máximo rendimiento, por ellas y por el equipo. Eso, que yo sepa, que he sido jugador profesional antes que entrenador y he entrenado chicos y chicas, se produce bajo el mismo camino, el mismo proceso y siendo honesto; nada más, punto final.
Fútbol y baloncesto se relacionan fenomenal dentro de casa (mi hijo es futbolista profesional), primero porque nos queremos, segundo porque ha sido una suerte que juegue al fútbol, no sé qué habría pasado si hubiese optado por el baloncesto… Que conste que yo lo intenté, pero enseguida me di cuenta de que prefería dar patadas al balón que botarlo. A mi hijo le encanta el baloncesto, especialmente la NBA, y a mí me gusta el fútbol. He sido y soy fiel simpatizante del Athletic Club de Bilbao. Los dos compartimos adoración por la cultura americana del deporte, por cómo lo viven, lo expresan y lo venden. Cuando yo hablo con él de fútbol solo me atrevo a hablar de cosas como actitud en el campo o comunicación. Si se me ocurre cualquier comentario sobre espacios, táctica… enseguida me corta con un escueto, “tranquilo Guardiola” y me pone en el sitio, yo encantado.
¿Qué les diría a los jóvenes que sueñan con ser profesionales del deporte? Al chico/a joven con talento que sueña con llegar a ser profesional le diría que sea humilde, que escuche a sus entrenadores y a los que realmente le quieren por lo que es y no por quien podría llegar a ser. Le haría entender que el camino es difícil, pero que sueñe, use cada día para mejorar, que no se compare con nadie, solo con quien era ayer él o ella misma. Por último, le diría que luche por sacar siempre lo que realmente es, que no se limite y que disfrute, que disfrute mucho y esté agradecido de hacer lo que más le gusta.
A los jóvenes entrenadores les diría, en primer lugar, que no busquen atajos, que recorran el camino o proceso sin prisa y con humildad, siempre con la actitud de ser mejores. En segundo lugar, les diría que no crean que van a llegar antes por ganar con sus equipos de formación, sino por trabajar bien y mejorar a sus jugadores, eso les hará crecer a la vez a ellos también. Que se formen, que se inspiren, acudan a cursos, clinics, entrenos presenciales, charlas, y que no sean entrenadores de Twitter. Que sean lo mejor que puedan ser, entrenen donde entrenen, y que sean conscientes que ser entrenador es maravilloso, la mejor profesión que existe, solo superada por la de jugador/a.
Quiero agradecer a Roberto Íñiguez el momento de tertulia que me ha permitido compartir con él. Los psicólogos aprendemos también mucho de este tipo de testimonios. Nos ha abierto su “pizarra” y nos ha desvelado sus claves en la dirección de sus equipos. En mi opinión Roberto es un “artesano” del entrenamiento, que no renuncia a las nuevas tecnologías. Digo artesano porque trata de esculpir o desarrollar a jugadoras y equipo respetando la personalidad o de cada una y la singularidad que forman como grupo, todas juntas. Ha sido una experiencia enriquecedora y todo un placer.
— José Carrascosa (Director Revista Saber Competir)