¿Eres persona fácil o difícil en la relación contigo mismo?
¿Eres de las personas que suelen ponérselo fácil o de las que tienden a complicarse la vida?, ¿eres eficaz y práctico o tiendes a hacértelo difícil?, ¿te ayudas o te creas problemas?
El pensamiento positivo consiste en ser realista, centrarse en los hechos, ir al grano, buscar soluciones, tomar decisiones, ser práctico, ser eficaz, tener un pensamiento más objetivo y científico. No es fácil tener la serenidad y clarividencia de ver lo que sucede y movilizarse exclusivamente para resolverlo, no es fácil ser práctico en momentos de dificultad o conflicto.
Muchas personas dan rienda suelta a la carga emocional, se dejan llevar por impresiones, suposiciones, juicios de valor, premoniciones, suspicacias, temores, enfados, simpatías… que distorsionan la realidad. No ven lo que sucede, sino lo que les parece que ha sucedido. Interpretan la realidad desde su carga emocional, las emociones distorsionan los hechos. No ven de forma clara y trasparente, sino a través de su perspectiva o enfoque. El pensamiento negativo interpreta y distorsiona la realidad, la hace más difícil, es un pensamiento subjetivo, guiado por la carga emocional, genera malestar y aleja de las soluciones, es ineficaz.
Cómo afrontas la realidad y actúas sobre ella tiene un gran impacto sobre tu capacidad resolutiva, autoestima y bienestar emocional. Las personas positivas son optimistas, seguras, decididas, emprendedoras, disfrutan más de lo que la vida les depara. Las personas negativas tienden a padecer o sufrir más de lo necesario, no llegan a disfrutar plenamente de su vida aun teniendo motivos para hacerlo.
¿Por qué un estilo de pensamiento o manera de pensar?
La forma de pensar no hace referencia a las creencias, valores, filosofía de vida. Cada uno es libre de pensar como considere, cada uno decide en qué creer, con qué ideología y filosofía de vida identificarse.
Otra cuestión es el estilo cognitivo o manera de pensar. Se refiere a la conducta pensante, a los mecanismos de pensamiento que se utilizan de forma habitual, a los hábitos de pensamiento, en concreto al estilo del diálogo interno o habla interiorizada. ¿Cómo te hablas?, ¿de qué te hablas?, ¿cuánto tiempo te hablas?, ¿qué persigue tu habla interior?, ¿tiendes a actuar o a rumiar los asuntos?, ¿eres capaz de parar ese diálogo interno, sabes encontrar silencio, dejar de pensar?, ¿qué emociones activa tu diálogo interno?
El estilo de pensamiento o manera de pensar tienen que ver con el patrón de personalidad o forma de ser y con el aprendizaje realizado a partir de modelos muy potentes en edades tempranas. Las personas no nacen siendo positivas o negativas, prácticas y felices o preocupadas y angustiadas. El patrón de personalidad tiene que ver con unos rasgos básicos de personalidad que van en nuestro código genético, es una predisposición que viene grabada en nuestro sistema nervioso central. Los niños muestran diferencias, incluso entre hermanos. Unas personas son introvertidas, mientras que otras son extrovertidas, unas tranquilas y otras nerviosas, reflexivas e impulsivas, rígidas y flexibles. ¿Cómo eres de carácter?
Los rasgos de personalidad son moldeados por el aprendizaje, potenciándolos o matizándolos. El aprendizaje producido por observación e imitación a partir del comportamiento de los padres es muy potente en el desarrollo del carácter o la personalidad. La experiencia temprana tiene una incidencia grande en el desarrollo de los rasgos de personalidad que trasporta el código genético. Cada persona suele identificarse más con su padre o con su madre en cuanto a los rasgos del carácter, personalidad o forma de ser. Llega a ser sorprendente cómo los estilos cognitivos se asemejan con el alguno de los padres. ¿A quién te pareces más en la forma de pensar o tomarte las cosas que te suceden, a tu padre o a tu madre?
¿Conoces el porqué de tu malestar?, ¿quizás esté en ti mismo?
Lo que hace nuestra cabeza tiene una traducción emocional inmediata. Dime cómo piensas y te diré cómo te sientes. Si rumias de forma recurrente preocupaciones, dudas, temores, dificultades, recuerdos… no te puedes sentir bien. En cambio, si logras centrarte en lo que haces, lo vives con los cinco sentidos, reflexionas lo justo para tomar decisiones, actúas con decisión, te paras a saborear los pequeños pero buenos momentos, es más fácil sentir bienestar o acercarte a lo que llaman felicidad.
Hay formas de pensar que causan dolor y meten en dificultades o problemas. A nivel físico, solemos identificar los riesgos, aquello que no es saludable, y lo evitamos. A nivel emocional, somos más ignorantes y no percibimos los riesgos. Igual que poner la mano en el fuego quema, rumiar preocupaciones de forma recurrente provoca angustia.
Se hace necesario identificar aquellos mecanismos cognitivos negativos, formas de pensar o acciones pensantes que generan malestar y meten en dificultades. No tiene sentido hacer aquello que pone o sienta mal, simplemente por hábito o por no saber hacerlo de otra manera. Hemos de aprender a cuidar de nuestra salud emocional.
Voy a exponer aquellos mecanismos cognitivos y autodiálogos negativos para que evalúes con cuáles de ellos te identificas más en tu forma de ser o de actuar. Conocer tus “tics cognitivos negativos”, fuente de tu malestar que te impide disfrutar más pudiéndolo hacer, es el primer paso para desmarcarte y liberarte de ellos, para aprender a vivir de forma más plena y feliz. ¿No te parece que puedes llegar a ser tu mayor enemigo?
Preocupaciones recurrentes
Anticipar dificultades
Confundir posible y probable
Vivir cualquier posibilidad como muy probable es un error cognitivo. Que haya posibilidad de que suceda algo no quiere decir que vaya a suceder con total seguridad. Hay que razonar sobre la probabilidad real de que algo pueda suceder, que pueda suceder no quiere decir que vaya a suceder. Por ejemplo, el accidente y la muerte súbita. ¿Es posible tener un accidente de tráfico? ¿Es probable? Lógicamente cualquier conductor está expuesto al accidente de tráfico. No aceptar esa posibilidad aumenta el miedo a conducir. La cuestión es: ¿es probable tener un accidente de tráfico? Si se realiza una conducción responsable, se conduce a una velocidad controlada, se respetan las normas de circulación y se es respetuoso con el resto de los conductores, la probabilidad de sufrir un accidente es muy baja. ¿Es posible morir por muerte súbita? Claro. ¿Es probable? El grado de probabilidad dependerá de la edad, estado de salud, estilo de vida…
Debemos saber convivir con la posibilidad de que sucedan situaciones desagradables o traumáticas, pero sabiendo identificar y manejar con nuestro comportamiento el grado de probabilidad de que sucedan.
Dejarse llevar por impresiones, intuir, sospechar
“Me temo”, “sospecho”, “intuyo”, “temo que fulano no es trigo limpio, que me la va a jugar”. Este tipo de afirmaciones en el propio diálogo interno determinan el comportamiento. Influyen en cómo se va estableciendo la relación personal, a la defensiva, con suspicacia, guardando distancia, observador de aquello que confirme las sospechas previas… Lógicamente, con estas impresiones, suposiciones o juicios previos no hay una relación personal que pueda ser cordial, acabará surgiendo el conflicto. Desde la Teoría de la Profecía Autocumplida se explica cómo las premoniciones se acaban cumpliendo. Cuando uno teme que algo suceda, organiza su comportamiento, sin ser consciente de ello, para acabe sucediendo, hace lo correcto para que el temor se acabe cumpliendo, se haga realidad. “¿Ves? Ya te lo dije” Las personas que se dejan llevar por impresiones casi siempre aciertan, no por su capacidad de leer el futuro sino por su torpeza para hacer que se cumplan sus propias sospechas.
Dar rienda suelta a las suspicacias, “piensa mal y acertarás”
Las personas suspicaces sufren mucho y acaban solas. Son víctimas de sus propios pensamientos de tipo paranoico. Siempre encuentran a alguien en su contexto familiar, laboral o social a quien hacer responsable de todos sus males. No tienen ningún sentido autocrítico, viven convencidos de que hay personas que buscan su mal. “Piensa mal y acertarás” supone una forma de relacionarse con el mundo. Son personas desconfiadas. Son esas que un día te dicen “me dijiste” y tú ni lo recuerdas. Son observadoras, reflexivas, detallistas, que viven en su mundo y suelen percibir o interpretar la realidad en modo de traición o “no me puedo fiar”. Estas personas llevan la pena en su comportamiento, sufren y generan desafección.
Está de moda construir teorías conspiratorias en referencia a poderes fácticos que mueven el mundo, en el que las personas solo somos marionetas de manejadas por esos poderes. Estas creencias son una forma de rechazo a lo socialmente establecido y generan marginalidad intelectual o cultural.
Focalizar la atención en lo “malo”
Hay quien vive focalizado en lo “malo”, con el foco atencional puesto en detectar aquello que no le gusta, le molesta o le incordia, no le parece justo o no es correcto… Es como vivir en un bosque, ponerse frente al tronco de un árbol y pensar ¿qué bosque es este que solo tiene un árbol? Si se aleja un metro y toma una perspectiva más amplia percibe la realidad, se trata de un bosque lleno de árboles. La realidad es policroma, no es monocolor. Hay de todo: bueno, malo, atractivo, rechazable, satisfactorio, desagradable… No tiene sentido focalizar la atención en un aspecto porque se distorsiona la realidad, percibiéndola de forma sesgada y sufriéndola.
Miedo a equivocarse
El error forma parte de la condición humana, es un elemento del proceso de aprendizaje. Mientras se aprende, es normal cometer errores. Las personas no son máquinas. Incluso cuando ya se ha aprendido y consolidado un comportamiento, es fácil que sigan cometiéndose errores por distracción, despiste, exceso de responsabilidad… No entender ni tolerar el error multiplica el miedo a equivocarse. Entender la posibilidad del error aumenta la confianza y la valentía en la ejecución de cualquier tarea. Aquí hay que retomar el argumento anterior, la posibilidad del error existe y hay que saber convivir con ella, la probabilidad del error está en nuestras manos y dependerá del nivel de preparación, concentración y confianza. Podemos reducir la probabilidad de equivocarnos, pero no podemos ignorar la posibilidad de que ocurra.
Perfeccionismo
Aspirar a la excelencia no debe confundirse con la necesidad de ser excelente en todo momento y en cualquier tarea. El perfeccionismo es un mecanismo que resta eficacia en la tarea, limita la autoconfianza y genera angustia e insatisfacción. Los perfeccionistas son lentos, demasiado ordenados, lineales, controladores, indecisos, necesitan que todo se alinee para lograr la perfección. Detrás de esta actitud hay mucha atención al detalle, dudas, revisiones permanentes, asegurarse de que se está en lo correcto, lo que acaba llevando a error. El perfeccionista finaliza el examen pronto porque lo ha preparado, pero no lo entrega, lo revisa una y otra vez, duda de las contestaciones anotadas, las revisa, duda y las cambia, quiere asegurarse bien antes de entregarlo, se siente angustiado y acaba cometiendo errores por su perfeccionismo. Además, el perfeccionismo incapacita para trabajar en equipo. El perfeccionista necesita hacerlo él, como él lo ve y como él lo haría, inhibe la iniciativa de los otros miembros del equipo, pone pegas una tras otra, no delega, hace que sea más lento el proceso de trabajo, genera conflictos… El perfeccionista resulta insoportable y es un obstáculo en el trabajo en equipo.
Afirmaciones con “tendría” o “debería”
Cuando el diálogo interno contiene “debería” o “tendría” el pensamiento está trasladando una expectativa muy importante, que no se siente capaz de conseguirla, pero que no se perdona no lograrla. “Debería dejar de fumar” supone que se es consciente de las consecuencias negativas que tiene fumar, pero que no se siente capaz de hacerlo y no lo va a lograr. “Tendría que ser más tranquilo” transmite que se siente incapaz de mantener la calma y controlar el carácter. Cuando el diálogo interno contempla afirmaciones como “voy a”, la voluntad, determinación y decisión para hacerlo es mucho mayor que con la afirmación “debería”. “Voy a” supone dar el paso y hacerlo.
Afirmaciones con “¿y si…?”
Afirmaciones con “…, pero…”
“Estamos bien, afortunadamente, pero no sabemos qué puede pasar”. “Pero” se utiliza mucho para reprimir la satisfacción, poner límites a recrearse y disfrutar. Es una afirmación que reprime alegría, satisfacción, reconocimiento o disfrute, es como disfrutar a medias. Nuestra sociedad sabe bien reprender, corregir, señalar los defectos, le cuesta mucho más alabar, reconocer, identificar lo bueno. En esta cultura de lo negativo, “pero” representa un freno a reconocer lo bueno y recrearse de forma plena en la satisfacción.
Afirmaciones con “no es justo…”
Algunas personas se erigen en jueces severísimos y en su diálogo interno verbalizan a menudo “no es justo”. Esta afirmación identifica a personas rígidas a nivel cognitivo, poco dispuestas a reconducir su punto de vista y con un sentido poco relativo de las opiniones. No entienden que existen diferentes puntos de vista y que la verdad puede ser relativa según contexto, costumbres, creencias, cultura… Detrás de las decisiones no hay un código de justicia, sino personas que dudan y toman decisiones más o menos lógicas, más o menos arbitrarias. Se puede estar de acuerdo, coincidir o estar en desacuerdo y discrepar. Pero todo comportamiento responde a una lógica que hay que conocer y entender, aunque sea para estar en desacuerdo. No tiene sentido “es o no es justo”. Supone un pensamiento poco tolerante, lleno de frustración, egocéntrico, que suele generar frustración. Es una forma de pensar poco madura, un poco adolescente.
Evitar situaciones ansiógenas
Ponerse a la defensiva, no escuchar
Imponer el punto de vista o pretender tener razón
Falta de empatía, soberbia
Enfado descontrolado, no asertivo
Celos
Envidia, competencia irracional
Egocentrismo, querer tener protagonismo o ser protagonista
Victimismo
Evitar los problemas
Generalización
Polarización
Atender a lo que aún queda
Cuando te evalúes, mira atrás, atiende al camino recorrido, los obstáculos superados, los aprendizajes realizados. Percibirás mucho de lo que sentirte orgulloso y satisfecho. Esta evaluación es positiva por ser realista y porque da energía para continuar avanzando. Muchas personas se niegan a valorar sus avances o progresos por pequeños que sean y miran adelante, solo al largo plazo. Quieren cambiar, lo van consiguiendo de forma muy meritoria, tienen motivos para valorar su esfuerzo y progreso, pero se niegan a hacerlo. Siguen pendientes del camino que les queda por recorrer, de la distancia que aún les queda hasta el objetivo, de que no son como quieren ser. Este tipo de evaluación genera frustración y desanima, invita a abandonar.
Pensamientos “irracionales”
Son expectativas que van contra la lógica, contra la razón, cuyas probabilidades de darse son mínimas. Pedir peras al olmo. Los pensamientos irracionales son imposibles a los que uno se apunta. Por tanto, generan frustración, es apuntarse a vivir decepcionado. Los pensamientos irracionales no son creencias absurdas, cosa de “locos”, sino pensamientos ilógicos, expectativas que van contra la lógica de los hechos. Entre los pensamientos irracionales, los más extendidos son los siguientes:
- Todos me deben apreciar.
- Es terrible cometer errores.
- Es terrible que las cosas salgan mal.
- No puedo controlar mis emociones.
- Debería estar más atento a las situaciones de conflicto o peligro.
- Es demasiado difícil lograr autodisciplina.
- No soporto cómo actúan los demás.
- No puedo cambiar mi forma de ser.
- Situaciones que he vivido anteriormente siempre me van a afectar.
- Existe una solución ideal para cada problema.
- Debería hacerlo mejor que los demás.
- Si los demás me critican, es que he cometido un error.
- No puedo cambiar mis pensamientos o la forma de tomarme las cosas.
- Debería ayudar siempre en aquello que requiere ayuda.
- Nunca debo mostrarme débil.
- Es mejor no esperar nada para no sentirte decepcionado.
- Los demás no se alteran tanto como yo.
- Nunca debería herir a nadie.
- Las personas fuertes no piden ayuda.
- Debo disimular mi ignorancia cuando desconozco algo.
- Solo puedo hacer las cosas cuando estoy de ánimo.
- No es bueno pedir favores.
- Posible es lo mismo que probable.
- Soy inferior a los demás.
- Siempre soy el centro de atención, me siento observado o examinado.
- No entiendo por qué otras personas actúan o son de esa manera.
- Renunciar es la mejor estrategia para no sufrir.
- Debo estar totalmente seguro antes de tomar una decisión.
- Uno debe tener garantías antes de actuar.
- Es deseable estar a bien con todo el mundo.
- El cambio no es algo normal o natural.
- Es esencial saber el porqué de todo.
- Siempre hay algo detrás del comportamiento de los demás.
- Las personas deberían confiar en mí.
- Debería estar siempre animado o contento.
- Soy “gafe”, no tengo “suerte”, está escrito en “mi destino”
- Enfrentarme a los problemas es muy duro y me hace mucho mal.
¿Quieres cambiar tu manera de pensar? No te resignes a ser como eres si no te gustas.
Cualquier persona debe tener la aspiración de sentirse bien y de ser feliz. En este artículo hemos repasado mecanismos cognitivos o formas de pensar que son fuente de problemas o conflictos y generan malestar. Nadie debe resignarse a ser como es por el carácter que tiene. Las personas pueden cambiar si se lo plantean y trabajan para lograrlo. Nadie nace enseñado a nivel emocional, siempre se puede aprender y evolucionar en la gestión de las emociones propias y ajenas. Hay que hacerlo por uno mismo, por ganar eficacia, por mejorar las relaciones afectivas y personales y por lograr mayor calidad de vida emocional.
¿Cómo cambiar el propio estilo cognitivo? La respuesta es mediante aprendizaje, se trata de aprender y entrenar hasta interiorizar y generar nuevos hábitos cognitivos. No te hagas preguntas para las que no tienes respuestas. No te lo pongas difícil, si solo te resulta difícil cambiar, busca un profesional que te enseñe, te guíe y te acompañe en tu proceso de aprendizaje, cambio o desarrollo personal. El primer paso para aprender, cambiar o evolucionar es el autoconocimiento, conocerse bien, ser consciente de cómo uno funciona, en qué medida uno se lo pone fácil o difícil, se ayuda o tiende a meterse en problemas. El presente artículo supone un primer paso, identificar el propio estilo cognitivo e identificar aquellos mecanismos que uno practica que son fuente de conflictos y malestar. Habrá ocasión de hablar sobre cómo cambiar el estilo cognitivo.